México es un país de desigualdades. Estas se reflejan, además de la parte material, en una parte social y discriminatoria. Un ejemplo de esto es el clasismo donde se cree que los bienes materiales te hacen superior a otras personas, que la calidad de una persona se mide por cuánto dinero tiene en su cuenta bancaria.
Este es un lastre social que tiene que erradicarse. Ejemplo de cómo persiste este tipo de discriminación ha sido las reacciones en redes sociales al video de una pareja que afirma es posible hacer una despensa con mil pesos.
Para las familias mexicanas la economía es su principal preocupación. Es por esto que uno de los grandes logros de la cuarta transformación ha sido la disminución de la pobreza extrema por ingresos en México. Pasó del 14% al 12.1% entre 2018 y 2022 a pesar de habernos enfrentado a una crisis sin precedentes como lo fue la pandemia. Esto se traduce a que en general, hay menos personas con hambre en nuestro país. De hecho, la población en seguridad alimentaria pasó de casi 75 millones a 85 millones de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
No es una mala señal encontrar videos de personas siendo conscientes con su gasto en comida. Para nada es un ejemplo de “conformismo”. Un principio de sustentabilidad, una palabra que deberemos tener cada vez más en cuenta conforme nos enfrentamos a problemas como el cambio climático, es hacer compras estratégicas donde se beneficien productos nacionales, con prácticas sustentables, y se deje de paso el furor por las “marcas” en la comida.
Esto de hecho refleja como aún existe desconexión con la realidad de miles de mexicanos. Al 1° de abril de 2024, el valor de 29 productos de la canasta básica en todo el país está en 1039 pesos. Así que para muchas y muchos, comprar con mil pesos está lejos de la precariedad, y se sitúa en la normalidad.
No obstante, para muchos, la crítica a la despensa de 1000 pesos recae en el status: las burlas son por comprar marcas genéricas. En cuanto al consumo de derivados de la leche, ese es otro debate, pues incluso hay argumentos sobre utilizar otro tipo de alimentos para obtener proteínas y nutrientes. Por otra parte, poco se habla de la alternativa del consumo local como en mercados.
Una mejor pregunta es el qué tanta nutrición se puede obtener por mil pesos, sin perdernos en la banalidad de las marcas y en el consumismo.
Este tipo de videos, que se han vuelto un género popular en redes sociales, nos debe de servir como un espacio para dialogar sobre cuestiones fundamentales con nuestras familias: nutrición y aprender sobre gastos conscientes.
POR CATY MONREAL PÉREZ
ACTIVISTA
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