La Encerrona

Yo no soy de izquierda o de derecha, pero…

En este sentido, la distinción entre izquierda y derecha refleja valores opuestos sobre la igualdad y las jerarquías sociales

Yo no soy de izquierda o de derecha, pero…
Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

“Mientras existan desigualdades significativas, la dicotomía izquierda-derecha seguirá siendo una herramienta valiosa para analizar la política”: Norberto Bobbio

Cada día es más común escuchar en pláticas de sobremesa, por la calle o en redes sociales la frase “yo no soy de izquierda ni de derecha…” Sucedida de un remate más o menos así “...lo que yo quiero es que le vaya bien a México” o bien podría ser: quiero que le vaya bien a mi empresa, a mis hijos, etc. Sorprende que ahora también se escuche a políticos repitiendo esta afirmación. Pero, ¿qué significa esto? Comencemos por el principio, la división izquierda-derecha surge en la Revolución Francesa (1789), cuando los representantes se sentaban físicamente en el lado izquierdo o derecho según sus posturas frente al poder real.

En este sentido, la distinción entre izquierda y derecha refleja valores opuestos sobre la igualdad y las jerarquías sociales. Para Norberto Bobbio, la izquierda busca reducir las desigualdades sociales y económicas, mientras que la derecha las considera naturales o inevitables. La diferencia fundamental está en las actitudes hacia la igualdad y las estrategias para alcanzarla o aceptarla. Sin embargo, ambas categorías tienen múltiples matices: en la izquierda, puede haber quienes busquen igualitarismo absoluto o gradual. En la derecha, algunos defienden jerarquías estrictas, mientras que otros aceptan cambios limitados. Por tanto, hay “grados” de ser de izquierda o derecha.

Es decir, si un político no es de izquierda ni de derecha, ¿dónde lo colocamos? ¿Qué necesidades atiende? ¿Cómo sabremos su visión política? Como ejemplo de esto tenemos a Milei en Argentina, al Movimiento 5 Estrellas y a Giorgia Meloni en Italia, a Viktor Orban en Hungría o al mismo Donald Trump; en México escuchamos varias veces a Xóchitl Gálvez, a Dante Delgado, Enrique Alfaro y ahora a Acosta Naranjo con el intento de un nuevo partido, Frente Cívico Nacional. ¿En qué coordenada del cartesiano político podríamos situar a estos personajes políticos? Solo habría que repasar sus visiones y actos como gobernantes o en sus campañas para saber si, en realidad, se alejaron de estas “posturas trasnochadas”.

Sin embargo, decir que no estás de un lado o del otro en política es vaciar el concepto mismo de la política, es como obsequiar una caja de regalo sin nada en su interior. Al respecto Slavoj Žižek señala que “la ideología es un elemento fundamental e ineludible en la política”, ya que actúa como el marco que organiza nuestra percepción de la realidad. Según el filósofo esloveno, la ideología no es simplemente un conjunto de ideas explícitas o doctrinas, sino un sistema implícito de supuestos que estructura cómo entendemos el mundo y lo que consideramos posible o deseable en la esfera política.

Así, vivimos en una época donde la política vive momentos de poca admiración y asumirse de izquierda o de derecha no está de moda. No obstante, debemos de tener cuidado de los personajes políticos, como los outsider que han arribado a la arena pública, que intentan negar o disfrazar la ideología con términos de objetividad o eficiencia y a través del pragmatismo o el tecnocratismo, pero que esos mismos términos que utilizan están profundamente ideologizados. La mejora del mundo y de la sociedad no pasa por “matar” a la política o a la ideología, lo que debemos hacer es trabajar en su reivindicación y fortalecimiento sin caer en fanatismo. Solo así tendremos mejores políticos, gobiernos y sociedades. 

POR ADRIANA SARUR 

COLABORADORA   

ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM  

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