Una invasión suave con aviones no tripulados o ataques aéreos contra la infraestructura de los cárteles y sus laboratorios; asesores y entrenadores militares en suelo nacional; despliegue de equipos de exterminio, y una guerra cibernética contra los narcotraficantes, son solo algunas de las acciones que la Casa Blanca podría implementar en contra de nuestro país.
Si bien la posibilidad de que Estados Unidos ponga en marcha un operativo que implique el uso de activos militares en contra de su vecino y principal socio comercial es remota, no es imposible. Miembros del futuro equipo del presidente electo han cuando menos barajado la opción de una intervención del ejército estadounidense en México para dar golpes a las estructuras de los cárteles de la droga, ya sea aniquilando a sus líderes o destruyendo instalaciones para la fabricación de drogas.
En la intimidad del círculo cercano de Trump, supuestamente se preguntan: “¿Hasta qué punto debemos invadir México?”. Los antecedentes de la mala relación en materia de seguridad entre la administración de López Obrador y Biden, son un caldo de cultivo perfecto para hilar ideas. Voces norteamericanas, e incluso mexicanas, abogan para que los crímenes de los carteles de la droga sean clasificados como “narcoterrorismo”, y justificar una hipotética invasión.
De manera pública, la presión para que México combata la inseguridad y la inmigración, se da en la coyuntura comercial.
Luego de su primera conversación telefónica con Donald Trump, la presidenta Sheinbaum reafirmó la posición de mantener un diálogo entre iguales y en el marco de la soberanía nacional. Este último concepto es el que ha reiterado la presidenta electa que defenderá.
Históricamente, Estados Unidos ha intervenido en naciones latinoamericanas más cuando tiene interés económicos que de seguridad; por ejemplo están Panamá y Haití. Por eso la conjugación de elementos comerciales y de seguridad manejados esta semana toman un acento relevante.
La inclusión de China en esta ecuación hace sentido, al alinear las preocupaciones comerciales y de seguridad del vecino del norte con la intervención oriental en actividades del crimen organizado de México.
El presidente electo Trump y la administración Biden han hecho las observaciones conducentes. Para dar una muestra de que se puede actuar por cuenta propia -con presiones de por medio-, se dio un golpe a la piratería de origen chino al ponerse en marcha el “Operativo Limpieza” que inició con un cateo en un edificio del centro de la Ciudad de México donde todo mundo sabía que se comerciaba mercancía apócrifa fabricada en oriente.
Al inmueble se aplicará la extinción de dominio y advierten que vendrán acciones similares. Se despacha también un mensaje para que tomen nota del otro lado de la frontera que, queriendo, se puede actuar con los propios recursos contra la delincuencia organizada. Nada de suavidades.
POR CARLOS ZÚÑIGA PÉREZ
COLABORADOR
@CARLOSZUP
MAAZ