"Si Canadá está dispuesto a dejar atrás a México, los funcionarios canadienses deberían estar preparados para que sus homólogos mexicanos hagan lo mismo. Y aunque ahora parece que Estados Unidos tiene más problemas con México y su gestión de la porosa frontera sur de Estados Unidos que con Ottawa, bajo el voluble (Donald) Trump, la situación puede cambiar en un instante. Por lo tanto, probablemente no sea del interés de Canadá echar a México debajo del autobús".
La advertencia no sale de un organismo mexicano, ni de un análisis del gobierno de Claudia Sheimbaum o de un grupo nacionalista ofendido por las tonterías de Doug Ford, que trata de jugar a la política doméstica en Canadá y presentarse como un defensor de la dignidad canadiense.
El aviso está incluido en un texto escrito por Asa McKercher, titular de la Cátedra Hudson de Relaciones Canadá-EU en la Universidad St. Francis Xavier, y Adam Chapnick, Profesor de Estudios de Defensa, Real Colegio Militar de Canadá.
Al margen de que como apuntan McKercher y Chapnick hay razones por las que sería mala idea, sería caer en uno de los más viejos trucos de la política y podría decirse, un viejo favorito del empresario metido a político y ahora populista en jefe: divide y vencerás.
Desde un punto de vista estrictamente canadiense, sin ver más allá, quizá tengan razón. El horizonte canadiense está dominado por Estados Unidos y comparte muchos de los mismos intereses, pero aunque no lo crean, no son estadounidenses y su relación no es más especial que la del vecino estadounidense del sur.
Pero tal vez, Ford y el líder del partido conservador, Pierre Pollievre, están en la misma página.
Pollievre dice Canadá primero, ¿pero solo? Riesgo interesante.
A su vez, el señor Ford no parece conocer la noción de hacer frentes comunes, aunque su disposición a patear a amigos cuando parecen caídos debería tal vez ofrecer un aviso de cautela a sus aliados, Pollievre incluido.
Provincias vecinas como Manitoba o Quebec deberán tomar nota, y no se digan provincias más lejanas, como Alberta o Terranova: según alega Ford, el comercio entre Ontario y Estados Unidos llega a 500 mil millones de dólares anuales, o sea más de la mitad del total entre Estados Unidos y Canadá, gracias a que tiene fronteras con Nueva York, Illinois, Michigan, Minnesota y Wisconsin, amén de compartir lago con Ohio y Pensilvania.
Pero esos son detalles. No es la primera vez que un sector canadiense se siente afectado porque un acuerdo norteamericano incluya a México y tal vez tampoco la última. Más aún, México no parece estar en su mejor momento.
Lo bueno es que no todos los canadienses piensan así.
Es una lección para México. Por un lado, es evidente que debe hacer un mayor trabajo de acercamiento con un socio comercial importante y un aliado estratégico todavía más importante, aunque deba considerar que no todos los canadienses son tan amistosos como suponía.
Pero la política es así.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
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@CARRENOJOSE
MAAZ