MUJERES, S.A.

El mito de la mujer maravilla

El multitasking no es un don biológico, es un mecanismo de supervivencia. La sociedad no nos dio más horas al día, solo nos asignó más tareas. Y en esa multiplicidad de roles, nos encontramos constantemente peleando con la culpa.

El mito de la mujer maravilla
Claudia Luna / MUJERES, S.A. / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Las mujeres podemos con todo, ¿verdad? Las corrientes sociales nos han transmitido la idea de que las mujeres somos todopoderosas, (y lo somos, lo demostramos todos los días). Escuchamos frases como “tú puedes cargar con ese peso”, “las mujeres somos multitasking por naturaleza”, “si te organizas puedes con eso y más”. Estas palabras, aunque nacen de la admiración o el optimismo, esconden una trampa peligrosa: el agotamiento, la culpa y ante la imposibilidad de alcanzar un ideal sobrehumano: el sentimiento de insuficiencia.

Ser mujer en un mundo que exige excelencia en cada aspecto de la vida es, en sí mismo, un acto de resistencia. En el trabajo, se nos pide que demos el 150% para ser tomadas en serio. En casa, somos responsables de la organización, el cuidado y la atención emocional de la familia. Hay que ser una estrella en la oficina y llegando a casa hay que ser estratega, chef, chofer, psicólogo y reina de belleza. Porque hay que hacer esto, pero estando guapas ¿eh? Nada de descuidos, y favor de no envejecer tampoco. 

Nos hemos puesto a nosotras mismas estos estándares y claro que son asequibles (por periodos cortos y fluctuantes), ¿pero cuál es el precio? ¿Por qué seguimos cargando con el mito de que podemos hacerlo todo siempre y todo a nivel olímpico? Esta idea no solo nos desgasta, sino que refuerza un sistema que se beneficia de nuestra capacidad de sacrificio. Alguien tiene que cargar con las responsabilidades invisibles, y esa alguien, históricamente, hemos sido nosotras.

El multitasking no es un don biológico, es un mecanismo de supervivencia. La sociedad no nos dio más horas al día, solo nos asignó más tareas. Y en esa multiplicidad de roles, nos encontramos constantemente peleando con la culpa: si dedicamos tiempo al trabajo, sentimos que descuidamos a la familia; si priorizamos la familia, nos reprochamos no avanzar profesionalmente. Incluso el autocuidado más básico se siente como un lujo que no merecemos.

Nos enseñaron también a creer que pedir y aceptar ayuda es sinónimo de debilidad y que descansar es un acto egoísta. Y nosotras felizmente nos hemos tomado el veneno. La realidad es que no podemos construir vidas sostenibles bajo estas reglas. Puedes hacer cualquier cosa, pero no puedes hacerlo todo. No puedes servir si tu jarra está vacía.

Es hora de desmitificar el desempeño simultáneo y estelar como virtud y empezar a verlo como un síntoma de desigualdad. Porque nadie debería tener que hacerlo todo sola. Reconocer esto no significa que somos menos capaces, sino que somos humanas. Significa aceptar que el equilibrio no se logra haciendo más, sino redistribuyendo las cargas, aprendiendo a decir “no” y rompiendo con los mandatos culturales que nos obligan a sacrificarnos para ser “suficientes”. 

Reclamemos nuestro derecho a la pausa, a la imperfección y al cuidado mutuo. No necesitamos ser todo para todos ni alcanzar estándares imposibles para ser valiosas. Tampoco necesitamos probar constantemente nuestra capacidad. La plenitud no se alcanza en la perfección, sino en la complejidad y la belleza de cada momento, de cada etapa y de cada aventura.

POR CLAUDIA LUNA
FUNDADORA THINK PINK MEXICO

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