Mirando al otro lado

Marco Rubio ante México

Marco Rubio, el designado secretario de Estado de Estados Unidos a partir del 20 de enero del 2025, con el Presidente Trump

Marco Rubio ante México
Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al otro lado / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Marco Rubio, el designado secretario de Estado de Estados Unidos a partir del 20 de enero del 2025, con el Presidente Trump, es hijo de una familia cubana radicada en Florida. Es el primer cubanoamericano designado como responsable de la política exterior de los Estados Unidos.

Se puede pensar que el hecho de nombrar a un hispanoamericano en ese puesto supone que la política exterior se ocupará no sólo sobre los temas geopolíticos tradicionales de los conflictos en Ucrania, Medio Oriente y la competencia con China. Habrá un viraje hacia América Latina, pero especialmente poniendo la mirada estratégica sobre Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Ese viraje va a tener un impacto directo sobre la política del gobierno mexicano hacia las tres dictaduras latinoamericanas. Por esta razón, es importante enumerar los conflictos que se avecinan entre México y Estados Unidos por lo que será, inevitablemente, un choque de políticas, concepciones e intereses en la relación con esas tres dictaduras. El desenlace del choque anunciado definirá, en una medida importante, el curso que tomará la renegociación de la relación comercial de México con los Estados Unidos y Canadá, en el tratado conocido como T-MEC.

Es decir, la renegociación del T-MEC se va a convertir en una obligada redefinición global, estratégica y política de la relación del bloque de América del Norte. ¿Será un bloque de tres países, o se convertirá en un nuevo acuerdo entre dos naciones solamente, excluyendo a México? ¿Habrá respeto por las reglas explícitas e implícitas en la relación trilateral acordadas originalmente, o habrá un rompimiento definitivo de ese pacto?

Cuba está en el centro de la discusión previsible entre Washington y México. Las condiciones están dadas para una confrontación en gran escala. Aunque no son las únicas, pero se pueden mencionar dos campos de confrontación que, en sí, definen concepciones radicalmente distintas ante el gobierno de la Isla.

El gobierno estadounidense ha declarado oficialmente a las “brigadas médicas cubanas” como una forma de trata internacional de personas, por las condiciones de esclavitud en las que se desenvuelven. En consecuencia, establece que el gobierno de Cuba promueve oficialmente a la esclavitud como un negocio propio. La Organización de la Naciones Unidas fue la primera instancia internacional en reconocer ese carácter “esclavista” de las brigadas cubanas.

México ha seguido una política de contratación de esos supuestos médicos cubanos, y recientemente anunció el incremento de sus filas dentro del país. Por las formas de contratación acordadas bilateralmente entre Cuba y México, queda claro que es un instrumento ideal para justificar el traslado de muchos miles de millones de divisas a la dictadura cubana, especialmente dólares y euros.

Es previsible que el secretario Rubio utilice ese argumentó para presionar a México a que cambie la política mexicana hacia Cuba o las consecuencias de una respuesta negativa se verán en la renegociación del T-MEC.

Sucede lo mismo en las relaciones comerciales entre México y Cuba, con el apoyo de millones de barriles de petróleo a Cuba para el sostenimiento de su sistema desfalleciente de energía eléctrica. En esencia, debemos suponer que México le regala ese petróleo, valuado en varios miles de millones de dólares en el mercado abierto, aunque se ha sugerido que existe algún tipo de mecanismo de “pagaré cuando pueda”.

El comercio entre México y Cuba, especialmente en ese volumen, viola las estipulaciones y prohibiciones legales que el Congreso de Estados Unidos aprobó hace muchas décadas, con la Ley Helms-Burton.

El secretario Rubio tendrá el espacio político necesario que requiere para exigirle a México que modifiqué su política comercial con Cuba, o atenerse a las consecuencias. Y esas consecuencias se verán no sólo en la renegociación del T-MEC, sino también en las políticas específicas de México hacia el narcotráfico y la crisis migratoria, donde la expulsión de miles de extranjeros indocumentados de Estados Unidos va a trastocar la sociedad y la vida en México.

México ha sido estruendosamente callado frente a la crisis venezolana. No es de sorprenderse. Nuestro embajador en Caracas es un militante activo de la causa chavista- madurista y del socialismo bolivariano. Por eso fue nombrado embajador en Venezuela: para sostener la solidaridad mexicana con la supuesta revolución en ese país. Sólo así se comprende el silencio mexicano ante un fraude electoral tan descarado. Y ese silencio se extiende a las acciones represivas del gobierno de Maduro contra la oposición. México es, en los hechos, un apoyo más a la represión contra las fuerzas democráticas de ese país.

Aquí, también, México enfrentará un diferendo con Washington. El conflicto será muy pronto, porque en enero Maduro pretende instalarse como Presidente legalmente electo. Y todos sabemos que no ganó la elección, por lo que su gobierno es espurio. ¿México va a seguir reconociendo ese gobierno en Caracas? El reloj avanza y Morena sigue expresando su solidaridad con Maduro y sus golpistas.

¿Acaso México va a reconocer a Maduro porque un poder electoral controlado por el oficialismo así lo declaró? Claro, no se aleja mucho de la circunstancia del INE mexicano, pero la esperanza es lo último en morir. Las definiciones están ya en la puerta. Cuba, Venezuela y la tragedia nicaragüense.

Incluso, Bolivia se acercan a una situación de crisis también, aún siendo el eslabón débil del bolivarianismo latinoamericano. La guerra desatada entre los dos bandos del mismo partido, entre el Presidente Luis Arce y Evo Morales, tiene todas las condiciones para sumergir ese país en una guerra civil, con consecuencias desafiantes para los varios países de Sudamérica que hacen frontera con Bolivia.

Marco Rubio tiene la intención de articular una política agresiva contra varios países de la región. Las falsas izquierdas corruptas y  autoritarias están en una situación de debilidad económica frente a las condiciones cambiantes en las alianzas regionales y globales.

Las guerras en Medio Oriente y Ucrania hacen que el bloque conformado por China, Rusia, Irán y Corea del Norte esté más ocupado en sostener sus esfuerzos económicos de guerra, más que en conquistar nuevos territorios latinoamericanos. La presión estadounidense antichina se resentirá en toda la región. Podemos visualizar una nueva era de dominación estadounidense en las Américas en su conjunto, por acuerdos o por acciones de fuerza.

La concepción soberanista, narco-nacionalista, excluyentista de la 4T mexicana, junto con sus atisbos de autoritarismo, populismo y militarismo, entran en choque con la nueva política emanada de Washington. El vértice de la relación de México con América del Norte es el T-MEC. Por tanto, ese es el punto más fuerte de la relación y, al mismo tiempo, su eslabón más débil. Con o sin acuerdo, si se transforma, cambia o cancela el T-MEC, acto seguido todo el edificio construido hasta ahora se cae.

Conceptualmente hablando, la 4T está en contra del T-MEC. En la práctica lo tolera porque carece de una alternativa económica creíble, porque lo único que ofrece es más pobreza y carencia de oportunidades. Por lo tanto, con Rubio en el Departamento de Estado lo que se puede esperar es un choque de trenes. ¿Está preparado México para esa realidad, cuando la Presidenta jura que no pasa nada?

POR RICARDO PASCOE

COLABORADOR
ricardopascoe@hotmail.com
@rpascoep

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