Con 87 votos el oficialismo en el Senado insistió en mantener a Rosario Piedra Ibarra como titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Se optó por el “perder – perder” antes de que alguien de la cúpula del poder mostrara un céntimo de sensatez, un comino de dignidad o un granito de autonomía. La forma como se nombró a Piedra Ibarra por cinco años más constituye el sello de la nueva casa del poder, en la que hay más perdedores que ganadores.
Por principio perdió la titular reelecta, pues no podía llegar con menor credibilidad y legitimidad para desempeñar su cargo: la peor evaluada de los aspirantes y sin el apoyo de organizaciones afines; en seguida perdió el Senado oficialista, pues todo el proceso de registro de aspirantes, parlamento abierto, comparecencias y la misma elaboración de la terna final constituyó una simulación.
Así, ¿quién se inscribirá a un proceso similar? Al mismo tiempo perdió Morena, pues sus senadurías, incluso con posiciones contrarias, sucumbieron a “la línea” enviada, sin juicio crítico público, aunque con algunos berrinches intrascendentes. Las bancadas del PT y del PVEM no merecen comentario, pues hace tiempo que habían perdido todo dejo de autonomía o dignidad.
Con todo, Morena exhibió sus divisiones internas y Adán Augusto López se mantuvo como el portavoz de “la línea” que deben seguir sus compañeros. Su problema consiste en que parece haber consenso en que “la línea” por reelegir a Piedra Ibarra vino de López Obrador, no de Palacio Nacional, por lo que algo de su influencia se perdió con la presidenta Sheinbaum.
Ante la irracionalidad del nombramiento se perdió la oportunidad de reestructurar y proyectar a la CNDH con un nuevo liderazgo con Nashieli Ramírez, titular de la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX y a quién el oficialismo no tendría mucho que reclamarle.
Con buena política, se habría logrado una votación incluso con la oposición, con la legitimidad que ello habría significado. Se optó por una estrategia perdedora, y en este caso se incluye a la presidenta Sheinbaum, que, en lugar de los grandes y acostumbrados elogios a las decisiones de su partido, se limitó en la mañanera a decir que esa había sido la decisión del Senado.
La Presidenta pierde porque se reforzó la percepción de que la sombra de López Obrador la opacará cuando ella tenga un punto de vista distinto. Incluso, el oficialismo en el Senado prefirió seguir la línea por reelegir a Piedra Ibarra, cuando las instrucciones de Palacio parecían haber sido otras. Antes de ejercer un voto digno y razonado, las senadurías prefirieron cantar las mañanitas al expresidente López Obrador, para festejar su cumpleaños. En estas condiciones los perdedores finales somos los ciudadanos, que veremos cómo se deteriora una institución más, desaparecen organismos autónomos y se lastimará al INE, empezando por su presupuesto.
POR ARTURO SÁNCHEZ GUTIÉRREZ
PROFESOR INVESTIGADOR, ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y GOBIERNO
TECNOLÓGICO DE MONTERREY
@ARTUROSANCHEZG
MAAZ