El pasado 8 de junio, el gobernador de Texas, Greg Abbot, anunció la construcción de una barrera flotante en la zona central del río Bravo, para impedir el paso de migrantes hacia Estados Unidos a través de su cauce. Los primeros 300 metros se colocaron entre las ciudades de Eagle Pass y Piedras Negras.
Esta barrera, hecha de boyas con púas, es parte de la operación “Lone Star”, puesta en marcha para blindar la frontera del crimen organizado y los flujos migratorios irregulares. Entre otras cosas, tal programa contempla el traslado inmediato de inmigrantes detenidos hacia ciudades santuario, así como flanquear la orilla del río con vallas alambradas.
Es importante señalar que el gobierno de Texas no tiene atribuciones legales para realizar obras ni colocar objeto alguno en el río Bravo. Por ello, la muralla flotante no sólo viola las normas del derecho internacional entre México y Estados Unidos, sino que transgrede la jurisdicción del propio gobierno federal estadounidense. Y, como tal, debe ser eliminada.
La semana pasada, el Departamento de Justicia presentó una demanda en contra del estado de Texas. La administración del presidente Joe Biden llevó a tribunales la mencionada barrera, por ser ilegal, además de un grave riesgo para la seguridad, el medio ambiente y los derechos humanos.
Por su parte, la cancillería mexicana ha presentado dos notas diplomáticas al gobierno estadounidense. Una, para señalar que la instalación de la barrera incumple los tratados internacionales en materia de límites y aguas. La otra, para precisar que las boyas colocadas están en el cauce del lado mexicano: un agravante a la decisión ilegal e injustificada del gobierno local.
Acciones como las de Abbot son estrategias de campaña que buscan, de cara a las elecciones de noviembre de 2024, granjearse el respaldo de una base electoral cada vez más hostil hacia México. En particular, encuestas recientes muestran que quienes se identifican como republicanos —que durante décadas habían respaldado la integración binacional— hoy están prácticamente divididos: 46 por ciento consideran a México un aliado, pero 43 por ciento un enemigo (YouGov, 2023).
La iniciativa del gobernador de Texas retoma las mismas premisas de Donald Trump, quien desde 2016 propuso el muro fronterizo, promesa malograda pero que tantos votos le dio. Hacia 2024 se pretende alimentar los mismos estereotipos, los mismos prejuicios y el mismo odio, en nombre de la competitividad electoral.
La barrera flotante texana es una advertencia oportuna sobre las medidas infames que algunos políticos están dispuestos a promover para incrementar su reconocimiento público. La presencia de perfiles como el del expresidente Trump o el gobernador Ron DeSantis (Florida) en la contienda interna del Partido Republicano vaticina una campaña en la que México y los mexicanos seremos nuevamente objeto de críticas infundadas, falsas acusaciones e injustas descalificaciones.
El gobierno mexicano debe anticipar una estrategia y acciones puntuales para defender a la comunidad mexicana en Estados Unidos ante la nueva oleada nativista y xenófoba que vendrá con las campañas de 2024. En este empeño, encontrará respaldo por encima de divisiones ideológicas o de partido. Estamos a tiempo.
Claudia Ruiz Massieu
Senadora de la República
@ruizmassieu
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