COLUMNA INVITADA

Lecciones desde Sudamérica

El domingo pasado, tuvimos la oportunidad de advertir y reflexionar en torno a un viraje político aparentemente inesperado en la región, en el marco de la elección para la renovación del Consejo Constitucional de Chile

Lecciones desde Sudamérica
Emilio Suárez Licona / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

El domingo pasado, tuvimos la oportunidad de advertir y reflexionar en torno a un viraje político aparentemente inesperado en la región, en el marco de la elección para la renovación del Consejo Constitucional de Chile. El resultado de dichos comicios implica el triunfo electoral de la derecha conservadora —encabezada por su líder José Antonio Kast—, en detrimento de la izquierda progresista, lo cual marca un giro de 180 grados respecto a los resultados de hace 18 meses con motivo de la victoria de Gabriel Boric.

Y es que el resultado de tal ejercicio comicial no sólo marca un nuevo rumbo político en Chile, sino que también refleja cierta tendencia en el cambio de rumbo de las preferencias electorales en el continente, a la luz, por ejemplo, del descontento general que ha comenzado a dejar destellos de evidencia en Brasil. Ante dicho contexto, cabe recordar que la hegemonía brasileña se ha empeñado en desmontar, temerosamente y sin mucho éxito, la política de extrema derecha de Jair Bolsonaro.

Los primeros indicios de este cambio de tendencia en Brasil se han manifestado recientemente. Lula dedicó gran parte de sus primeros 120 días de gobierno a la política exterior, realizando giras a 11 países alrededor del mundo, además de diversas naciones que ya se encuentran previstas para el desarrollo de visitas para los meses por venir. Sin embargo, aunque Lula se ha presentado como un líder global —incluso capaz de incidir en el marco del conflicto entre Rusia y Ucrania—, es en el Congreso de aquel país donde se lleva a cabo y se define la verdadera política local, y en dicho marco su Gobierno no ha logrado aprobar un solo proyecto de ley.

En tal contexto radica la genuina preocupación de las fuerzas progresistas en un país que hasta hace poco sufrió fuertes embates a sus valores democráticos, y que aún se encuentra atravesando un proceso de reequilibrio derivado de los efectos de la política extremista del mandato anterior. Por ello, la inquietud reside en que el nuevo Gobierno de centro izquierda no logre convertirse en el actor principal en un Congreso en el que el bolsonarismo aún domina.

Por ello, si bien es cierto que la política exterior abanderada por el presidente Lula ha generado un reconocimiento relevante en el extranjero, en Brasil empieza a surgir el temor de que su apartamiento del escenario nacional deje espacio para que, en el Congreso, el protagonismo se escape de sus manos. En ese sentido, pareciera que el presidente Lula no comprende del todo que el mundo —Brasil incluido— ha cambiado desde tiempos en que fungió por vez primera como presidente, en el marco de una polarización creciente y la evidencia en torno a la disminución de sus índices de apoyo interno.

En tales circunstancias, la experiencia chilena deja de manifiesto que no se pueden dosificar los esfuerzos para consolidar la estabilidad política y los avances progresistas. Lo anterior, al tiempo de asumir que el panorama político no puede ser simplificado en términos de una lucha entre izquierda y derecha, ya que si bien es cierto que la irrupción de fuerzas políticas conservadoras puede ser preocupante para aquellas fuerzas políticas que defienden los valores progresistas, el peligro radica en la trampa de la polarización extrema que divide a nuestras sociedades y dificulta el diálogo democrático y constructivo.

 

POR EMILIO SUÁREZ LICONA

CONSULTOR Y PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD PANAMERICANA

@EMILIOSL

LSN

 

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