De la mano de su nieto Antonio Sánchez (baterista y compositor consagrado en el universo del jazz), el actor Ignacio López Tarso fue homenajeado en el Palacio de Bellas Artes a 98 años de vida.
Tal vez a nuestros lectores les parezca extraño dedicar esta columna a un personaje que, a primera vista, parece ajeno al mundo del jazz. Pero esto no es del todo cierto. Hay dos datos importantes sobre esta relación. El primero es el parentesco consanguíneo con uno de los músicos más sobresalientes de las últimas décadas. El segundo es la aparición de su portentosa voz actoral, en los discos Bad Hombre vol. I y Bad Hombre vol. II, en los que se incluyen una serie de versos que invitan al oyente a sumergirse de lleno en la experiencia sonora.
En las visitas recurrentes de Antonio Sánchez a la Ciudad de México, ya fuera para presentarse junto a su grupo Migration o de la mano del afamado guitarrista Pat Metheny, era un ritual observar la llegada de su abuelo Ignacio para degustar, en primera fila, la arquitectura que su nieto teje desde su instrumento idóneo.
No cabe duda que la admiración mutua rindió buenos frutos. Tanto en la entrega que hasta los últimos días de su vida Ignacio mostró como actor, como en la destacada carrera de Antonio que podemos apreciar en discos como New Life, Lines in the Sand, Three times three, The Meridian Suite, o en el score que realizó para la película Birdman del multipremiado director Alejandro González Iñarritu.
Cierro este texto con una frase incluida en la introducción del disco Shift, en las que Ignacio describe a la perfección las características de su respetado y admirado nieto: “me despido, pero nos vemos al rato, aquí los dejo con Antonio, que es ágil como gato”.
Descanse en paz, don Ignacio López Tarso.
¡Hasta la próxima jazzofilos!
Pablo Iván Argüello
Colaborador
@antropologojazz
MAAZ