Columna invitada

Biografía no autorizada del narcotráfico

Tratar de explicar las problemáticas y costos del narcotráfico desde lo que podemos conocer en noticieros

Biografía no autorizada del narcotráfico
José Narro Céspedes / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Tratar de explicar las problemáticas y costos del narcotráfico desde lo que podemos conocer en noticieros, series de televisión, películas y narcocorridos conlleva el riesgo de caer fácilmente en la trampa de un discurso diseñado por algún político norteamericano que negará la responsabilidad de Estados Unidos en la génesis del narcotráfico en el mundo.

La propaganda mediática del narco, niega la realidad de que la producción, distribución y venta de los estupefacientes en Estados Unidos está controlado por el capitalismo americano.

El narco es un invento norteamericano. La exigencia del mercado de la droga inventó al narco mexicano, el cual no surge, con todo y su violencia y su codicia, por generación espontánea o alguna otra explicación mágica. El narco mexicano es el pretexto para fortalecer el puritanismo gringo e impulsar el discurso hipócrita y psicótico de la inocencia.

El narco, su violencia, su sangre, su dolor,  es un subproducto del mercado de la droga que tan efectivamente dinamiza la economía del país del norte. Los gobiernos de Estados Unidos, desde la presidencia de Richard Nixon, decidieron culpar a México del problema del tráfico masivo de estupefacientes, negando una realidad en la cual, los narcotraficantes (con todo y su violencia y alcances financieros) son el último eslabón de una cadena que se extiende en el tiempo, en la política, en el racismo y en el neocolonialismo norteamericano.

En los años 50 y 60, el vecino país del norte en su lucha “contra el comunismo” entabla las guerras contra Corea, que causó entre 1950 y 1953 la muerte de aproximadamente 3 millones de coreanos, entre civiles y militares. Se calcula que los chinos perdieron unos 500 mil combatientes y los estadounidenses, unos 54 mil; y Vietnam, en la cual murieron entre 2 a 6 millones de personas, en total, durante los 20 años que duró el conflicto. Se calcula que en la contienda murieron casi un millón 200 mil soldados de Estados Unidos, Vietnam y también de otros países como Corea del Sur.

La inmensa cantidad de tropas enviadas a ambas guerras se encuentran con realidades llenas de horror, muerte, jornadas extenuantes, además de alcohol, opio, cocaína, heroína, hachís, metanfetamina que fueron consumidas y distribuidas masivamente por y para el ejército norteamericano con el objetivo de aumentar la resistencia de los soldados
-e insuflarles valor- para encarar situaciones extremas o evadirles del horror de la guerra.

Millones de soldados regresaron a América con adicciones severas y sin un plan en su país para enfrentar el problema de salud que se construyó en el campo de batalla. El mercado crecía con los soldados, pero al mismo tiempo, la droga era distribuida entre diferentes grupos como estrategia de control de grupos raciales marginados, principalmente afroamericanos y latinos.

Esta estrategia se ha repetido en cada guerra en que los soldados norteamericanos han sido arrancados de sus casas para ir a matar en nombre de la “libertad” y la democracia que siempre termina favoreciendo las áreas de negocios de los empresarios y el gobierno de Estados Unidos.

Hoy en día el consumo de drogas entre estadounidenses blancos y negros es similar, pero la proporción de encarcelamientos de los afroamericanos es casi seis veces a la de los caucásicos. La lucha contra la droga emprendida desde 1971 por los gobiernos de Estados Unidos parte de la hipocresía, pues han destruido generaciones de jóvenes al permitir y fortalecer la adicción, dejando el crecimiento de la oferta y la demanda y condicionándola a una política policial de decomisos espectaculares e infiltración e invasión en gobiernos extranjeros que la producen.

Grandes cárteles norteamericanos controlan la producción (ya sea en EU o en otros países), distribución y venta en Estados Unidos sin que nadie los toque, pues la propaganda los limpia y atribuye toda la responsabilidad a narcos colombianos, mexicanos, haitianos o cualquier país que les parezca cómodo.

México produce y trafica para surtir al mercado norteamericano que está ávido de consumir, dejando jugosas fortunas de ganancia, circulando millones y millones de dólares que enriquecen la hacienda norteamericana. Ellos, lejos de su discurso moralizador, culpa a la producción internacional de su desinterés por mantener a los jóvenes lejos de las drogas, al tiempo que financian, arman y atizan conflictos entre los cárteles para mejorar los precios de compra.

Ellos han fortalecido a los diferentes cárteles de la droga en México (con todo y sus asesinos -y sus muertos-, administradores, traficantes) en el mundo para mantener funcionando el mercado de la droga que miserablemente enriquece a inmaculados narcotraficantes norteamericanos, mientras la juventud norteamericana muere drogada y los mexicanos mueren en la lucha voraz por cumplir con el mercado de la muerte que EU ama, pero dice odiar.

José Narro Céspedes
Colaborador
@josenarro

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