La democracia en nuestro país no ha sido un regalo, ni un favor del oficialismo, es el resultado de un proceso histórico de lucha constante de millones de mexicanos y que mantenerla, necesita la participación ciudadana.
En este sentido diversas organizaciones de la sociedad civil mexicana, convocan a una concentración cívica, el próximo domingo 26 de febrero en defensa de la democracia y sus instituciones. Teniendo como sede principal el Zócalo de la Ciudad de México y distintas ciudades del interior de la República.
La ciudadanía ha advertido los peligros de la reforma electoral regresiva impulsada por el poder Ejecutivo Federal y respaldada por sus legisladores afines, en particular, el duro golpe que el llamado “Plan B” asesta al Instituto Nacional Electoral (INE) y su estructura profesional, lo que debilita a una institución que durante las últimas décadas se ha caracterizado por su capacidad operativa en la organización de los procesos electorales y por garantizar que el voto de los ciudadanos se ejerza de forma libre y tenga validez en términos de sus efectos en la representación nacional.
El INE ha sido un baluarte de la democracia mexicana; la ciudadanía reconoce al Instituto como la instancia que regula la competencia por el poder y le ha brindado su confianza. El ciudadano confía en el INE porque es el propio ciudadano el que es convocado a participar en las jornadas electorales.
Puede existir diferentes visiones y conceptos sobre la democracia y sus instrumentos para ejercerla, pero lo que está fuera de toda controversia, es que los ciudadanos defienden y van a defender su derecho a ser escuchados, a informarse para tomar mejores decisiones y, sobre todo, a votar de forma libre, sin coacción, sin presiones de ningún tipo.
México no puede ni quiere volver a las épocas en las que las elecciones las organizaba el gobierno a través de la Secretaría de Gobernación y eran calificadas por la Cámara de Diputados convertida en colegio electoral. Nuestro país no merece una reforma electoral que provenga desde el Ejecutivo y validado por la mayoría en el Congreso, sin lectura previa, sin un análisis profundo y sin la debida deliberación.
Las grandes reformas electorales que ha tenido nuestro país, como la de 1977 que abrió la puerta a la representación de la oposición en el Congreso, o la creación del Instituto Federal Electoral, el padrón electoral y la credencial de elector en 1990 y la posterior reforma de 1996 que dio autonomía al Instituto, o la de 2014 por la que se transformó en INE, han surgido del consenso y el encuentro entre las fuerzas políticas y los ciudadanos.
México no puede aceptar una reforma electoral que ponga en entredicho la capacidad de las instituciones electorales para organizar los comicios; no podemos permitir una reforma que vulnere los derechos políticos electorales de los ciudadanos.
La gran transformación democrática que se vivió en nuestro país desde la década de los 80, fue impulsada por la participación decidida y valiente de los ciudadanos.
Cabe recordar aquellas manifestaciones en pro de la democracia que se convirtieron en íconos de la transición, como la caravana por la democracia encabezada por don Luis H. Álvarez y su posterior huelga de hambre.Y qué decir de Manuel Clouthier del Rincón, quien en 1988 encabezó la acción de resistencia civil activa y pacífica más grande en la historia de México en protesta por el fraude electoral.
Es necesario reconocer que la organización de las últimas elecciones ha sido ejemplar, no ha habido mayores sobresaltos, se han conducido en paz, las casillas se han instalado, los votos se han contado, se han informado los resultados con toda oportunidad, se han declarado ganadores en tiempo y forma y se han evitado fuertes conflictos postelectorales.
El próximo domingo veremos ciudadanos de todas las edades, mujeres y hombres que ponen en su debido valor a la democracia, personas a quienes les importa el destino de nuestro país; ciudadanos libres que llegarán por su propio pie al Zócalo y a los distintos puntos de reunión en las distintas ciudades del país, de forma pacífica, sin violencia, como lo exigen los grandes cambios políticos, sociales y culturales de nuestro país.
Veremos al gran actor de la democracia, el ciudadano, defendiendo lo que es suyo, su voto, su participación en los asuntos públicos, su libertad de decidir, sus instituciones electorales; veremos y escucharemos a cientos de miles de personas levantando su voz para defender lo que tanto trabajo ha costado construir y que no vamos a permitir se destruya por capricho.
La ciudadanía dará ejemplo de civismo y civilidad, de compromiso y de unidad de propósito a favor de la causa democrática. Nuestra democracia no está en venta y su único dueño es el ciudadano. La ciudadanía está activa y se hará escuchar en todo México. La democracia no se toca; el INE no se toca; mi voto no se toca.
POR JORGE ROMERO HERRERA
COORDINADOR DEL GPPAN
@JORGEROHE
LSN