Retos Globales

Kissinger y Solana

En diversas ocasiones tocó a Solana defender posiciones que reclamaban la soberanía y dignidad nacional, frente a imposiciones de Estados Unidos

Kissinger y Solana
Carlos de Icaza / Retos Globales / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Hace poco más de 30 años, en febrero de 1989, me tocó presenciar como secretario particular del titular de la Cancillería, Fernando Solana, su primer encuentro con Henry Kissinger, el legendario y controvertido exsecretario de Estado norteamericano, fallecido la semana pasada. 

En el imponente despacho del piso 19 de la Cancillería, entonces en la torre de Tlatelolco, Solana –inteligente y hábil político mexicano– recibió al eminente estadista del vecino del Norte.

Al entrar en el despacho, Kissinger –esbozando una amplia sonrisa lo saludó afablemente– y le dijo: "Me da gusto conocer y saludar a un canciller mexicano que no es antinorteamericano". 

Por su parte, Don Fernando lo recibió cordialmente y, sonriendo también, le respondió mirándole a los ojos: "En realidad y –según nos muestra la historia– prácticamente ningún canciller mexicano inició su gestión siendo antinorteamericano, sin embargo, y desafortunadamente, la mayoría (de ellos) concluyó su encargo decepcionado de las posiciones de Estados Unidos con respecto a México, y algunos, posiblemente, se volvieron antinorteamericanos", agregó. 

Ese fue el principio de una larga amistad, fundada en el respeto mutuo y abonada por varias conversaciones inteligentes, entre dos hombres de Estado que supieron conducir eficazmente la diplomacia de sus respectivos países, aunque en momentos distintos de la historia.  

Como recuerda el maestro Modesto Seara Vázquez en su prólogo al libro Fernando Solana. Cinco años de Política Exterior, en diversas ocasiones tocó a Solana defender posiciones que reclamaban la soberanía y dignidad nacional, frente a imposiciones de Estados Unidos, procurando al mismo tiempo no poner en peligro su estrategia de acercamiento al vecino del Norte. 

En este contexto, cabe recordar algunas situaciones difíciles que enfrentó Don Fernando: la cuestión del secuestro de Álvarez Machain, el desvío del barco con inmigrantes chinos hacia aguas mexicanas, y la ley Torricelli, de carácter profundamente extraterritorial, violando normas internacionales que rigen la libertad de comercio y navegación. 

También fui testigo de la firmeza y tacto que empleó para imponer a la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés)  limitaciones al número y alcance de las funciones de sus agentes en nuestra nación, sin menoscabo de la cooperación bilateral contra el crimen organizado y el narcotráfico. 

Como el mismo Solana dijo al inaugurar, en el año 1990, la VIII Reunión Binacional, el encuentro bilateral se conforma por un cúmulo de realidades que surgen de la vecindad: "Somos contacto de contrastes. Tenemos una historia de diferencias y coincidencias. Conocemos oportunidades conjuntas y percibimos muchas más. Manejar esa realidad, rica y compleja, y sacar el mejor provecho para ambos es la tarea".

Más allá de algunos cuestionamientos a Kissinger,  en torno a sus acciones políticas como, por ejemplo, su apoyo a regímenes dictatoriales en América Latina y Asia-Pacífico, ejerció una diplomacia pragmática,  enfocada a sostener los intereses de la gran potencia, en momentos particularmente difíciles de la Guerra Fría y la debacle en Vietnam. 

Henry Kissinger fue uno de los protagonistas de su tiempo, cuyo legado en la teoría y praxis diplomática merece estudiarse a fondo.

Sobre estos aspectos de su incomparable trayectoria y pensamiento, volveremos en una próxima columna. 

POR CARLOS DE ICAZA
EMBAJADOR EMÉRITO DE MÉXICO Y EX SUBSECRETARIO DE RELACIONES EXTERIORES

EEZ

 

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