DESDE AFUERA

Lula da Silva, ¿esperanza regional?

Para millones de brasileños, el izquierdista representa la confianza del retorno a buenos tiempos de los años 2000, cuando produjo sensación de bienestar

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El brasileño Luiz Inácio Lula da Silva tomó posesión el domingo tanto como Presidente y depositario de las esperanzas de una nación profundamente dividida, pero también como el líder de una fracturada izquierda latinoamericana que aspira a encabezar una soñada integración regional.

Y para algunos, la meta de consagrar a Brasil como el líder indiscutido de América Latina puede compensar al menos en parte por posibles tropiezos de política doméstica.

Para millones de brasileños, Lula representa la esperanza del retorno a buenos tiempos de los años 2000, cuando un auge en los precios de las exportaciones y una acertada administración del ahora nuevamente mandatario y su Partido del Trabajo, produjeron una sensación de bienestar y la convicción de que Brasil había dejado de ser "el país del mañana" para convertirse en la potencia que siempre ha aspirado a ser.

Y de hecho, durante esos años entre 2003 y 2011, sobre una base heredada de su predecesor, Fernando Henrique Cardoso, Da Silva construyó programas sociales que rescataron de la pobreza a millones de brasileños y colocó a su país sobre pies firmes en el escenario internacional.

De hecho, Brasil asumió un papel de potencia regional al integrarse al grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). 

Una reputación de seriedad y pragmatismo sirvieron bien al antiguo líder obrero. Sus ocho años al frente del gobierno brasileño consolidaron su fama y lo convirtieron en una figura icónica, una imagen sostenida a pesar de escándalos posteriores por corrupción, que para una buena parte de los brasileños tuvo motivaciones políticas.

Lula pasó casi dos años en prisión, su sucesora Dilma Roussef fue destituida y en 2018, el país eligió a un populista autoritario de derecha, Jair Bolsonaro, al que se le acusa de haber destruido mucho de lo logrado en la primera época de Da Silva. Ahora, dijo Lula, "Brasil está de regreso". 

Pero las circunstancias no son las mismas. El país, y el mundo, parecen estar al borde de una recesión económica, mientras su gobierno enfrenta una oposición interna donde la derecha tiene mayorías políticas en el Congreso y en los gobiernos estatales. Peor aún, esa oposición ha prometido una política de rechazos.

La salida para Lula, al menos en términos de imagen, puede ser la política exterior, sobre todo una América Latina donde la izquierda lo ve como el "líder esperado", según una definición del presidente argentino Alberto Fernández.

De hecho, en términos de hegemonismo, Brasil ve ahora la posibilidad de consolidar su situación en América del Sur, donde la mayoría de los 10 países con los que tiene frontera tienen gobiernos de izquierda democráticamente electos que lo ven como esperanza de integración y alternativa frente a potencias externas.

Incluso, muchos creen que Lula da Silva será "el" interlocutor regional con Estados Unidos. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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