Gran Bretaña ha sido por años el escenario de algunos de los escándalos políticos más entretenidos del mudo occidental, de indiscreciones sexuales con prostitutas de alto nivel y alguna espía del campo socialista, a problemas relacionados con corruptelas o incapacidad.
Pero nunca, por lo menos en la memoria reciente —y en concreto el último siglo— con un personaje de la talla de Boris Johnson, que al menos, de acuerdo con la prensa británica y estadounidense, tenía un "superpoder" fundamental: su desvergüenza.
Johnson renunció ayer en medio de la creciente presión de los miembros de su propio partido, cansados de apoyar una política basada en mentiras. Durante los últimos tres años, Johnson enfrentó con éxito una serie de denuncias que hubieran acabado con alguien más débil, o más digno quizá: ayudó y nombró a sus amigos –incluso uno acusado de abusar sexualmente de una menor—, hizo fiestas cuando la mayoría de los británicos sufría aislamiento bajo el azote del COVID-19, redecoró su residencia con aportes de un financiero amigo.
De hecho, sería tal vez el mejor exponente de un famoso club de debate de la Universidad de Oxford —donde estudió— cuyos miembros "discuten alegremente cualquier lado de un debate con escasa atención a la sinceridad o la creencia", y eso fue la carrera de Johnson, que se convirtió en periodista para ser despedido por el Times de Londres por inventar una cita de su padrino, el historiador Sir Colin Lucas, y luego, como corresponsal de The Telegraph en Bruselas, hizo su carrera con historias "voladas" sobre presuntas inequidades de UE.
Esas historias, más fábulas que noticias, fueron la base para su carrera política y como entusiasta promotor del Brexit (la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea) con las enormes ventajas que eso supondría para el orgulloso imperio británico.
"La carrera de Johnson —afirma Rosa Prince, editora de la revista política The House— estuvo caracterizada, acompañada, moldeada y definida por mentiras". Las personales, las profesionales y las políticas.
Y como el estadounidense Donald Trump, otro populista que usó y usa a los conservadores, Johnson aprovechó y manipuló los deseos de revancha y las ansias de un público nostálgico para presentar a lo negro como blanco, apoyado, por supuesto, en la convicción personal y el deseo de los votantes en creer que podría recrear la realidad que nunca fue de tiempos idos.
Y, si los argumentos en favor del Brexit fueron mayormente exagerados; fueron, sin embargo, el fundamento para una campaña en la que Johnson prometió poner su capacidad para hacer efectiva la salida de la Unión Europea con el mínimo problema. No ha sido así.
El desmoronamiento del apoyo a Johnson, quien recibió la renuncia de 38 de sus colaboradores —y casi todos ellos miembros del Parlamento— lo obligaron a anunciar su dimisión.
Pero la verdad, nada garantiza que no regresará...
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
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