DES... PROPÓSITOS

Burkina Faso: muerte violencia

El nuevo gobierno enfrenta difíciles retos para extirpar la brutal ola de terrorismo y la creciente pobreza del país

OPINIÓN

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Agustín García Villa / Des... Propósitos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

 

Recientemente el burkinés Diébédo Francis Kéré fue distinguido con el premio Pritzker de arquitectura, quizás el mayor reconocimiento mundial en este rubro, por el desarrollo y diseño de obras sustentables adaptadas a las condiciones del medio ambiente. Él es un ejemplo de lo que otros burkineses podrían hacer por su país si las condiciones lo permitieran.

Ubicado en la región del Sahel, en África Occidental, Burkina Faso (cuyo significado es “tierra de hombres incorruptibles) es uno de los países más golpeados por la violencia y el terrorismo derivado de disputas tribales, de grupos yihadistas que bajo su bandera religiosa buscan imponer su ley, de narcotraficantes y contrabandistas. En 2020, último año del que se tienen registros, se estima que hubo más de 1,200 incidentes violentos que han dejado más de 2,000 muertes entre civiles y militares, además de millones de personas desplazadas de sus comunidades. Lo anterior, combinado con la crisis económica, los eventos climáticos extremos y la pandemia han desembocado en una situación de emergencia alimentaria que se agrava.

En la actualidad Burkina Faso, que hasta 1984 llevó el nombre de República del Alto Volta, y tiene una población de aproximadamente 20 millones de habitantes, la mayoría musulmanes, es uno de los países más pobres del mundo (economía número 120). Alrededor de un tercio de la población vive con menos de un dólar diario. Es el cuarto productor de oro del continente africano con una producción de alrededor de 60 tons. anuales.

Las principales explotaciones de oro las llevan a cabo empresas mineras canadienses, aunque un gran número de burkineses se dedican a la extracción de oro de manera artesanal, de los cuales se estima que de 30 a 50 por ciento son niños que a diario exponen sus vidas al descender a angostos pozos mineros altamente inestables y mal ventilados, atados a una cuerda como única medida de seguridad y con una linterna amarrada a la cabeza como única fuente de iluminación, lo que ha sido calificado por la OIT, como una de las peores formas de trabajo infantil, donde ocurren frecuentes muertes y accidentes a causa de derrumbes, además de enfermedades pulmonares, inmunológicas, gastrointestinales, lesiones de los huesos, etc.

Como parte del movimiento de la “Primavera Árabe”, en 2014, fuerzas opositoras al gobierno lograron derrocar al dictador Blaise Compaoré (71), quien se había mantenido en el poder por más de 26 años, primero como Presidente de una junta militar (1987- 1991) y luego como Presidente de la República (1991-2014). Compaoré fue un gobernante que propició la corrupción, la violación de derechos humanos, y el apoyo a terroristas al permitir todo tipo de tráfico de armas, drogas, oro, incluso la industria del secuestro de la que se beneficiaba directamente.

La caída del dictador y la deficiente organización de los rebeldes que lograron derrocarlo derivó en la elección de R. Kaboré (64), primer Presidente civil en la historia del país, quién había fungido como vicepresidente del gobierno derrocado, permaneciendo al frente del gobierno por alrededor de siete años (2015-2022). Su administración, como la de su antecesor fue incapaz de contener y terminar con la inexorable progresión del terrorismo por lo que fue depuesto en enero de 2022, por una Junta Militar encabezada por Paul Sandaogo (41), oficial formado en la Academia Militar de París y quién en los últimos tiempos ha enfrentado la lucha contra el terrorismo.

El nuevo gobierno de Burkina Faso enfrenta difíciles retos por superar a fin de extirpar la brutal ola de terrorismo y la creciente pobreza del país. Dadas las circunstancias caóticas por las que atraviesa y la falta de apoyo del exterior parecería muy difícil que la actual situación sea resuelta en el corto plazo, a menos de que se pueda integrar una fuerza internacional encabezada por un organismo como la ONU, capaz de controlar a los diversos grupos de terroristas y delincuentes enquistados en ese país.

POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA

ANALISTA ECONÓMICO

MAAZ