DESDE AFUERA

Nicaragua y América Latina ¿gracias de qué?

Lo que haga internamente Nicaragua no es, por supuesto, un tema de preocupación para el gobierno de Vladimir Putin

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Mientras los jefes de gobierno y secretarios de Relaciones Exteriores de una veintena de países latinoamericanos y del Caribe daban la cara para lamentar públicamente al presidente Joe Biden, de Estados Unidos, el que se le hubiera excluido de la IX Cumbre de las Américas, el régimen de Daniel Ortega, en Nicaragua, publicaba el decreto para admitir tropas rusas en su territorio.

Claro que es probable que sea una declaración mucho más simbólica que real. En buena medida, puede decirse que es una especie de respuesta a lo que los rusos consideran como agresiva presencia estadounidense en sus fronteras, y muy en especial el respaldo al gobierno ucraniano.

Para los aliados de Rusia en la región, es una forma de cobijarse bajo el manto de una potencia militar y mantener su desafío a Estados Unidos. Pero si bien la presencia rusa y sus alianzas son una demostración de los nuevos límites al poderío estadounidense, la situación de los tres países es una señal paralela de los límites al apoyo ruso: el gobierno de Moscú encabeza una potencia militar y científica, pero no económica.

Aunque Rusia ha enviado esporádicamente buques de guerra y aviones a hacer visitas y mostrar la bandera en el Mar Caribe, hasta ahora ha limitado su presencia militar a armar o dar mantenimiento al equipo que ha proporcionado a las Fuerzas Militares de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

El resultado es que Nicaragua tiene probablemente, de lejos, el Ejército más potente de Centroamérica. Las Fuerzas Armadas de Venezuela están probablemente entre las mejor equipadas del continente y el Ejército de Cuba, aunque al parecer ahora con equipos más atrasados, demostró en los años 70 su capacidad en varios conflictos en África, especialmente la guerra de Angola, en apoyo a aliados de la URSS.

Pero en el marco de la nueva "Guerra Fría", el anuncio de Nicaragua fue suficiente para poner nerviosos a sus vecinos, Costa Rica y Honduras, y hacer levantar la ceja de algunos de los gobiernos latinoamericanos que defienden su inclusión en las negociaciones regionales.

De hecho, el respaldo a Nicaragua es más o menos vergonzante: el gobierno de Daniel Ortega y su esposa/vicepresidenta Rosario Murillo usó tácticas judiciales que la izquierda regional atribuye a las derechas para anular "legalmente" a la oposición política, hacerse de docenas de presos políticos y de paso ofrecer una visión contraria a la imagen democrática que desean ofrecer los participantes en la "marea rosa".

Peor aún, reforzaron la impresión de que no son un gobierno confiable.

Lo que haga internamente Nicaragua no es, por supuesto, un tema de preocupación para el gobierno de Vladimir Putin en el marco más amplio de su forcejeo geopolítico con Estados Unidos, con Ucrania como su principal foco de atención.

Pero en América Latina, sí se ha convertido en un factor político, y no necesariamente el más positivo.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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