VIVIR INTENSAMENTE

Cumplir 50 años, la mejor etapa en la vida de una mujer

¡Que felicidad tener 50 y sentirme tan bien! La vida continúa para conquistar sueños y disfrutar una nueva etapa como mujer

OPINIÓN

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Vivir Intensamente / Laura Elena Gerdingh /Columna InvitadaCréditos: Especial

Me siento feliz de cumplir años, pero tener 50 no me parece real, me siento prácticamente chava, una mujer joven. Ya no lo soy tanto. Al mirar mi vida en retrospectiva, quisiera confesar que siento que he hecho las cosas bien. Profesionalmente tengo grandes satisfacciones y grandes retos, mi trabajo tiene una aparte intelectual súper interesante y una parte humana que me llena de satisfacciones. 

Además, me encanta sentirme productiva, capaz y útil. A mis hijas las veo bien, alegres, sensibles, cariñosas, inteligentes, con amigos… disfrutando su etapa adolescente. ¡Nos llevamos bien! Nos gusta platicar y convivir! Tengo amigos que me quieren, me reconocen y quienes me llenaron de muestras de cariño por mi cumpleaños.  

Me quise dar de regalo hacer cumbre en el Izta. Nos reunimos 7 amigos a las 5:30 am dispuestos a festejar juntos la vida y mis 50 años y el gusto por la montaña.  Mi coach me había estado entrenando para lograr mi meta, pero una semana antes me dio una gripa terrible. 

No pude entrenar como debía, sabía que no llegaba con la fuerza necesaria y que lo mas probable era que no cumpliera mi meta. Después de digerir la frustración que eso me causó, me repuse y ese día estaba decidida a que, pasara lo que pasara, yo iba a disfrutar el ascenso.  

La mejor forma de celebrar los 50 de una mujer

Sería feliz por saberme viva y suficientemente fuerte para llegar… hasta donde llegara. Mi plan había cambiado, disfrutaría a los amigos, la caminata y los paisajes, con calma. No entendí entonces por qué mi coach tenía tanta prisa por iniciar el ascenso. De pronto sacó su mochila, sin dudarlo, metió mi backpack en la suya para que yo no llevara peso. 

Tenía todo planeado. Ese día con su ayuda, yo haría cumbre, y para él eso era lo mas importante, todos sus esfuerzos serían para que yo lo consiguiera. Por eso nos adelantamos de los demás, para llevar buen ritmo y lograr el objetivo. “Hoy vas a hacer cumbre así yo te tenga que cargar", me aseguró

Quiénes no creen en los efectos del cambio climático, tendrían que ir al Izta, antes siempre estaba nevada, ahora es raro ver nieve. Pero la montaña decidió sumarse a mi festejo y se vistió de blanco. Se veía hermosa, elegante, enigmática... majestuosa. Por momentos, el cielo se volvía cómplice de la alegría que siento de cumplir 50 años y se tornaba azul, alegrando todo.

De pronto se coludía con la nostalgia de los años que ya pasaron y que no volverán, y nos envolvía con elegante neblina melancólica. Yo me deleitaba con cada paisaje. Para mí, llegar y ver el enigmático y bello glaciar ya es hacer cumbre. Para mi coach no, hacer cumbre es llegar a la punta mas alta. En realidad tiene razón, aunque yo ahí ya estaba feliz, me impulsó a continuar.

Que bueno que lo hice. Las vistas que tuvimos desde el otro lado del glaciar fueron espectaculares. Estábamos a buena hora y en condiciones de seguir hasta llegar al objetivo. 

Sin embargo, no había ya absolutamente nadie. Es peligroso seguir adelante, pues en cualquier emergencia estaríamos sin apoyo. Por eso, aunque podíamos mirar la cumbre no pudimos llegar a ella. Nos sentamos a vivir el momento y a  admirar la belleza que la mujer dormida desplegaba para nosotros. 

Así es la montaña, siempre te da cosas hermosas aunque no siempre son exactamente lo que tú querías… como la vida en realidad. Lo mas importante es regresar con vida, así que mi coach decidió que teníamos que empezar el descenso. Yo venía conmovida por este acto de amistad que tuvo Oscar conmigo, regalándome su apoyo para cumplir mi deseo, llegar a donde jamás había llegado antes. 

Así que cuando bajamos y al llegar al coche, me recibieron mis demás amigos con un pastel cantándome las mañanitas, las emociones desbordaron a mi corazón cincuentón y mis ojos, que aún ven perfectamente bien a pesar de mi edad, lloraron estremecidos por que mis amigos me hicieron sentir tan querida en esta celebración de mi llegada al quinto piso.

No podía haber tenido mejor regalo. ¡Gracias Izta, gracias vida, gracias amigos! ¡Bienvenidos 50!