LA ENCERRONA

La Barbie en México

Hablar de la Barbie, en cualquier lugar del mundo sería hacer mención a la muñeca icónica nacida en Estados Unidos, pero que ha realizado su recorrido por todos los países

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“Está raro esto que está pasando en Estados Unidos con el señor [Valdez] Villarreal, que no está en el registro de los presos y queremos saber dónde está.” López Obrador

Hablar de la Barbie, en cualquier lugar del mundo sería hacer mención a la muñeca icónica nacida en Estados Unidos, pero que ha realizado su recorrido por todos los países. Una muñeca querida, pero también muy criticada por estereotipar la belleza occidental, ciertos rasgos estéticos, así como una serie de clichés. Sin embargo, como ocurrió en Colombia en los años 80 y como pasa en nuestro país desde hace más de dos décadas, mencionar a la Barbie, tiene que ver con el crimen organizado en general, con el narcotráfico en particular.

En este sentido, cuando alguien dentro de las fronteras mexicanas hace algún comentario alusivo a la Barbie, irremediablemente uno imagina a “La Barbie”, el narcotraficante terrateniente del cártel de Sinaloa (posteriormente de los Beltrán Leyva y después por su cuenta), pero la imagen que que seguramente llegará a nuestra mente es la de aquel día de su detención. En el lejano 2010, en la administración de Felipe Calderón, a pocos días de su cuarto informe de gobierno, y en el marco de la “guerra contra el narcotráfico”, se presentó ante los medios a Edgar Valdez Villarreal, alias el güero, alias la barbie.

La imagen fue disrruptiva. Un delincuente esposado, maniatado por la otrora Policía Federal, decenas de medios cubriendo la nota, el secretario de seguridad pública dictando unas palabras referentes al trabajo arduo de sus subordinados, el presidente en turno mostrándolo como ejemplo para los demás delincuentes advirtiendo que con su “caída” seguirían los demás miembros de su grupo delictivo. Hasta aquí todo normal, lo impactante de la fotografía fue ver al detenido: un tipo de tez blanca, rubio, ojos claros, que vestía una playera ostentosa (misma que se “viralizó” en el mercado), calzado impecable (tenis), un reloj costoso en su muñeca, además de su mirada altanera, con tono sarcástico, mueca retadora, con el lenguaje corporal de quien está siendo aclamado por el auditorio y, por supuesto, su sonrisa que parecía que se burlaba del sistema entero.

En esos tiempos hubo decenas de editoriales, columnas y artículos preguntándose al unísono ¿de qué se ríe la barbie? Posteriormente, se filtraron las cartas donde señalaba a las autoridades de recibir sobornos, sus reuniones con los líderes de los demás carteles, las “confesiones” de su modus operandi (acusando que fue el pionero en la tortura y la difusión de videos a sus adversarios de profesión), libros trantando de dilucidar su persona, hasta que llegó el día de su extradición en 2015 y su condena en 2018, donde lo sentenciaron 49 años de pena por los delitos de narcotráfico y lavado de dinero.

Aunque pareciera un capítulo ya pasado, la Barbie vuelve a ser noticia porque no aparece bajo custodia de la Agencia Federal de Prisiones de Estados Unidos. Esto podría ser porque hizo algún intercambio con las autoridades, cooperación a cambio de libertad, o simplemente por alguna bagatela administrativa. Lo que no cuadra es que nuestras autoridades no sepan en realidad lo que está pasando, ni el presidente, ni el canciller, mucho menos la titular de la secretaría de seguridad. O, quizás, por fin sepamos el por qué sonreía la barbie. La respuesta será develada en los siguientes días, mientras tanto la imagen de la Barbie -y no la muñeca- volverá a permear las charlas y el imaginario mexicano.

POR ADRIANA SARUR
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@ASARUR

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