Desde los años cincuenta del siglo pasado, algunos economistas cuestionaron la utilidad del Producto Interno Bruto per cápita (PIB per cápita), como un indicador apropiado para medir el desarrollo de un país. Las primeras críticas subrayaban que, dada la desigualdad de riqueza e ingresos entre diferentes sectores de la población, la expansión del PIB per cápita solamente reflejaba el crecimiento de la economía de un país en un año, es decir, la cantidad adicional de bienes y servicios que produjo esa economía en ese lapso, comparada con el año anterior. Desde entonces, se sabe que el crecimiento del PIB per cápita es una condición necesaria, pero nunca suficiente, para el desarrollo de un país.
Pero más adelante, economistas muy ilustres, en especial Amartya Sen, subrayaron que el verdadero desarrollo de un país se debía medir por las libertades que ofrece a sus habitantes, entre ellas las libertades políticas, las libertades económicas, los servicios sociales, las garantías de transparencia, y la seguridad protectora (redes de seguridad social para la población, en especial para los más pobres).
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Con esa argumentación, Sen cambió la finalidad última de las políticas de desarrollo de un país, hasta entonces centradas en el aumento en la producción de bienes y servicios, a la inversión en las personas para incrementar sus capacidades, basadas en el ejercicio auténtico de libertades. Para Sen y sus seguidores el énfasis de las políticas públicas debería centrarse en el desarrollo humano de las personas.
Así nació el concepto de desarrollo humano que, desde fines de los ochenta, fue adoptado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), bajo la influencia del economista pakistaní Mabub Ul Haq. A partir de 1990, desde hace ya más de tres décadas, el PNUD ha venido publicando anualmente su influyente Informe sobre Desarrollo Humano, en el que ha analizado periódicamente el desarrollo de los países con ese enfoque.
Actualmente el PNUD define el desarrollo humano como "el proceso de expansión de las capacidades de las personas que amplían sus opciones y oportunidades". La crisis ambiental que atraviesa el planeta está en el origen del concepto de desarrollo sostenible, por lo que hoy también se integra al concepto de desarrollo humano. No hay desarrollo humano sin desarrollo sostenible.
El pasado 15 de diciembre el PNUD y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), en un loable evento a favor de la transparencia, presentaron el Informe sobre Desarrollo Humano y el Antropoceno, Perspectivas de la Próxima Frontera de México, elaborado por la Oficina en México del propio PNUD, que contiene una aplicación del concepto de desarrollo humano al caso de nuestro país. https://www.mx.undp.org/content/mexico/es/home/presscenter/pressreleases/2021/12/_desarrollo-humano-y-el-antropoceno--perspectivas-de-la-proxima-.html
El Informe considera que estamos en una nueva era geológica dominada por los humanos, a la que debe llamarse el Antropoceno. Subraya que “la actividad humana se ha convertido en una fuerza dominante que afecta a los procesos clave del planeta. Estos efectos interactúan con las desigualdades existentes y amenazan con revertir el desarrollo de manera significativa. Para cambiar esta trayectoria se requiere una gran transformación en nuestra forma de vivir, trabajar y cooperar.” Su propuesta es empoderar a las personas para mejorar su capacidad de actuación. Solamente las personas pueden impulsar las medidas necesarias para proteger al planeta y promover un mundo más justo.
Como se recordará, durante su campaña electoral, el Presidente ofreció que México crecería por encima del 6 por ciento anualmente. Luego, redujo su oferta al 4 por ciento, después a sólo 2 por ciento y, posteriormente, ante la falta de crecimiento en 2019, antes de la pandemia, empezó un nuevo discurso, en que cuestionó el concepto mismo de crecimiento económico como indicador de desarrollo. En diversas ocasiones, afirmó que sus políticas estaban estimulando un “verdadero desarrollo”, aún sin crecimiento económico. Luego vino la caída de – 8.5 por ciento en 2020, causada en parte por la pandemia, seguida de una magra recuperación en 2021, de sólo 5 por ciento, que no alcanzó a compensar la caída del año anterior.
Para este 2022, si bien nos va, la mayoría de los analistas independientes predicen un escuálido crecimiento de sólo 2 por ciento, y aún menos, si se concreta la contra reforma eléctrica impulsada por el presidente, que espantará aún más la inversión nacional y extranjera, básica para impulsar el crecimiento y, a través de medidas redistributivas y políticas adecuadas, el desarrollo humano.
El presidente debería consultar el Informe sobre Desarrollo Humano y el Antropoceno. Se sentiría reivindicado en su reclamo de que no basta medir el crecimiento económico para evaluar el verdadero desarrollo de un país.
El problema es que, después de tres años de gobierno, sus políticas en materia de seguridad, lucha contra el hambre y la pobreza, salud, educación, igualdad de género, acceso al agua, energías limpias, y reducción de la desigualdad, entre otras, no están dando los resultados esperados, según nos reportan el INEGI y el CONEVAL. Aumenta la pobreza, se mantiene la inseguridad, y tenemos más de 650 mil muertes “en exceso”, según la Secretaría de Salud.
Un área particularmente importante para el desarrollo humano y el desarrollo sostenible es la protección del medio ambiente. Basándose en el Informe sobre la Situación de las Personas defensoras de los derechos humanos ambientales, elaborado por el CEMDA, https://www.cemda.org.mx/wp- content/uploads/2019/03/Informe_defensores.pdf el Informe considera que el fortalecimiento de la gobernanza medioambiental es fundamental, ante un panorama de creciente demanda y afectación de los recursos naturales, lo que ha llevado a una multiplicación de los conflictos por la defensa de la tierra y el medio ambiente.
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En efecto, en México la defensa del medio ambiente puede ser mortal. En 2019, fueron 18 las personas defensoras del medio ambiente asesinadas en nuestro país, y 30 en 2020, según ese Informe. De hecho, a nivel mundial, México se encuentra en el cuarto sitio en cuanto número de activistas ambientales asesinados, solo después de Brasil, Colombia y Filipinas. No sólo eso, al parecer el gobierno federal ha decidido desaparecer el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), la institución encargada de informar con objetividad la situación de nuestro país en esas materias. Con ello, el estado reduce aún más sus capacidades para asegurar una buena gobernanza ambiental.
El diccionario define la palabra obstinación como una conducta porfiada, pertinaz, terca. Una persona es obstinada cuando se aferra a una decisión tomada, basada en información o una idea errónea. Sin una razón que lo justifique, se cierra a cualquier posibilidad de reexaminar la situación. Hay que reconocer que casi todos pecamos de obstinación en algunos momentos de nuestra vida. Cuando se trata de decisiones que solamente nos afectan a nosotros mismos, la situación es simplemente lamentable. Pero cuando se trata del gobierno de un país, la situación puede tornarse catastrófica para todos los afectados, los sufridos ciudadanos.
POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS
PROFESOR Y DIRECTOR DE LA INICIATIVA SOBRE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE EN EL TECNOLÓGICO DE MONTERREY
MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX
@MIGUELRCABANAS
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