DE LEYENDA

Gracias, Ben

Cada vez es menos frecuente que un jugador llegue a un equipo, haga carrera en él, triunfe y se retiré ahí mismo

OPINIÓN

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Gustavo Meouchi / De Leyenda / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La gente vestida de negro, blanco y amarillo lo coreaba en el Heinz Field el pasado lunes 3 de enero. Le gritaban mientras alzaban pancartas hechas en casa, ondeaban las banderas y agitaban las toallas doradas. El “gracias, Ben” se escuchaba cuando el humo empezó a salir del acceso a los vestidores del equipo local. Sus compañeros le habían formado una doble valla de honor y dos asistentes ondeaban banderas enormes con los colores de su equipo, el único que tuvo en su carrera profesional, para abrirle paso.

En las pantallas de los que lo veíamos desde casa aparecieron las estadísticas de una larga carrera profesional en la élite.

Cuando el partido comenzó todos hicieron su parte. T.J. Watt fue brillante en la defensa, capturó cuatro veces al mariscal de los Browns de Cleveland, Baker Mayfield, encabezó una defensa que estuvo a la altura y nunca dejó que la presión bajara. La ofensiva también contribuyó, el corredor novato Najee Harris dio uno de sus mejores partidos, al correr para 186 yardas y conseguir una anotación, también por carrera. Los equipos especiales liderados por Chris Boswell estuvieron igualmente impecables. El marcador de 26 a 14 a favor de los Acereros de Pittsburgh cerró una noche perfecta para el recuerdo de un jugador de franquicia como es Benjamin Todd Roethlisberger Sr.

La temporada previa había sido más bien amarga, hace años que el equipo tiene problemas y el mariscal de campo titular inició la campaña bajo los cuestionamientos de analistas y aficionados.

Y es que Big Ben es frágil. Las muchas lesiones que lo han afectado los últimos años le han dejado secuelas en las piernas, los codos, la espalda, el cuello y los costados. En algunos momentos parece que incluso caminar le duele, ya no digamos tratar de huir de la persecución de la defensa rival.

Uno de los sellos de Big Ben  es su capacidad para alargar las jugadas moviéndose dentro y fuera de la bolsa de protección. Así, las defensas juegan a derribarlo. Lo que le ha costado caro a un hombre corpulento de 39 años que ha resistido 18 compitiendo al máximo nivel.

Esos 18 años pasaron por la mente de todos los que veíamos el juego esa noche especial y alimentaron la euforia de todos. Y es que la temporada previa fue difícil, tanto que, incluso entre los brincos de felicidad, nadie creía que los Acereros podrían llegar a la postemporada. Se necesitaba que los Jaguares de Jacksonville lograran lo impensable ante los Potros de Indianápolis. Se requería que los Acereros le ganarán los Cuervos en su casa.

Había algo cabalístico en ese partido también. Fue en la casa de los Cuervos, donde Ben debutó en la NFL, aquel 19 de septiembre de 2004, y parecía que volvía ahí para jugar su último partido. Cuando un gol de campo de Boswell en el último momento le dio la victoria a los Acereros parecía que no podía haber mejor cierre de ciclo. Sin embargo, resultó que los Jaguares hicieron el milagro de los partidos de despedida de Big Ben y le trasladaron la responsabilidad a los Cargadores de Los Ángeles y a Los Malosos de Las Vegas, y ambos hicieron sufrir a la afición de las toallas terribles hasta que la patada salvadora de Daniel Carlson detonó las fiestas en Las Vegas y Pittsburgh al mismo tiempo.

Y es que, pese a su cuestionada última temporada, que sin duda definió su despedida, el cariño de los Acereros a Big Ben está justificado. Roethlisberger llenó el vacío dejado por Terry Bradshaw, en 1983. En esos 21 años desfilaron 13 mariscales de campo, con mayor o menor éxito, pero ninguno pudo consolidarse largo tiempo al frente de la ofensiva del equipo. Como el mítico reloj al que su apodo homenajea, Ben trajo certeza y estabilidad y victorias al equipo. En sus 18 temporadas, los Acereros no tuvieron racha perdedora en temporada regular y si obtuvieron dos anillos de Súper Tazón.

Ben, aunque es un atleta extraordinario, es, como todos, humano y se enfrentó no solo a las defensas de los equipos rivales. Luchó contra las lesiones, contra situaciones de drogas y acusaciones de comportamiento inapropiado, tuvo aquel accidente en motocicleta que agravó sus males y fue sancionado por la NFL, y en algún punto encontró la fuerza mental para levantarse, encausar su vida y continuar. Su esposa y sus hijos lo han acompañado en estos últimos juegos y eso, sin duda, es parte vital de su triunfo personal.

Las apuestas de nuevo están en contra de los Acereros que se enfrentan a los Jefes de Kansas City el próximo fin de semana. Es muy posible que el equipo de Pittsburg pierda pero, si no, sería al menos la tercera vez que la escuadra frustra los momios estas últimas semanas. Le ganaron a los Cuervos que era el favorito, se clasificaron a la postemporada y si ganan a los Jefes ¿quién podrá detenerlos? Quizá, sea pronto para renunciar al sueño. Ya veremos.

Big Ben es importante porque, tal vez con él termina también una era. Y es que cada vez es menos frecuente que un jugador llegue a un equipo, haga carrera en él, triunfe y se retiré ahí mismo. Muy pocos jugadores serán para siempre identificados con un solo uniforme, bajo una sola bandera, en una sola franquicia. En este mundo caótico, parece que todas las versiones del Big Ben, son referencia de confiabilidad, de lealtad y de certeza. ¡Gracias siempre, Big Ben!

POR GUSTAVO MEOUCHI
COLABORADOR
@GUS23258924

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