TIEMPO DE INFRAESTRUCTURA

Hacia una necesaria política pública

La obra pública y los servicios que están relacionados con la misma, en los cuales se incluye a la consultoría, benefician al menos a 66 ramas de actividad a nivel nacional, en forma directa

OPINIÓN

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Roberto Hernández García / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La infraestructura es uno de los principales motores de la economía del país. La obra pública y los servicios relacionados con la misma, en los cuales se incluye a la consultoría, benefician al menos a 66 ramas de actividad a nivel nacional, en forma directa, y a varias en forma indirecta. Esto nos demuestra que pocos segmentos tienen efectos tan impactantes en la economía y benefician a la sociedad.

Sin embargo, en los últimos sexenios las políticas relacionadas con esta cadena productiva han sido sumamente veleidosas y políticamente caprichosas, en perjuicio de nuestro propio país.

Recordemos el “sexenio de la infraestructura” del expresidente Calderón, que concluyó con lamentos de la industria por su “sequía”; las promesas del expresidente Peña Nieto, de grandes proyectos que fueron opacados por la falta de integridad y transparencia, y ahora las sumamente peculiares y desconcertantes formas del presidente López Obrador sobre el mismo tema.

Es decir, la industria, particularmente la construcción, lleva al menos tres sexenios sin un camino claro y preciso que le permita tener un crecimiento sostenido. Lo anterior, sin considerar los elementos exógenos como las crisis financieras y el COVID-19 que han contribuido a golpear al sector.

Lo cierto es que independientemente del beneficio económico que trae el desarrollo de infraestructura, hoy en día la sociedad requiere más apoyo, y por lo tanto se requieren miles de proyectos sociales que permitan el bienestar de los más necesitados, generando oportunidades y crecimiento económico para todos.

Lamentablemente esta administración no ha sido la excepción al tomar caminos cuestionables a pesar de su aparente vocación social. Ha apostado por dos mega obras que algunos denominan “faraónicas”, como el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas, que, si bien pueden tener efectos concretos, resultan ser socialmente cuestionables en los hechos. Lo anterior sin dejar de observar la espalda que se le ha dado a constructores y consultores, sustituyéndolos a través de la siempre loable participación del Honorable Ejército Mexicano en la construcción de importantes proyectos sexenales.

Si se hubiera tomado un camino realmente social, ¿cuántas escuelas podrían haberse construido con los mismos recursos? ¿Cuántos hospitales podrían desarrollarse con estos medios? ¿Cuántos proyectos realmente sociales podrían haberse fortalecido alrededor de todo el país con estos presupuestos cuyos destinos finales aparentemente no tendrán un efecto en los más necesitados? ¿Cuántas empresas constructoras locales podrían haberse beneficiado generando derramas económicas en todo el país? 

Las obras magnas, además de tener problemas fuera de lo regular, no se concluyen a tiempo por sus complejidades. Tienen sobrecostos naturales, y se les obliga a los contratistas a concluir antes de que terminen los sexenios para ser inaugurados por el presidente en turno, aun sabiendo que no son obras operables. 

Independientemente de quiénes hayan votado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, una cosa es cierta: cuando tomó posesión nos hizo ver y sentir a los mexicanos la gran necesidad de que se atendiera a los sectores populares con seriedad por haber sido relegados en los últimos años.  

Pero, al parecer en materia de infraestructura, la administración actual no ha tenido una orientación social que le permita lograr los objetivos ofrecidos en campaña: apoyar directamente a los sectores mas necesitados y alejados del apoyo social.

Estoy seguro de que, en lugar de continuar alimentando proyectos enormes, el camino es generar cientos de proyectos sociales en diferentes localidades del país, con lo cual se generarían efectos multiplicadores en beneficio de todos los mexicanos. Ello permitiría en realidad apoyar a millones de personas que requieren servicios básicos y una vida digna.

Es importante que se tome con seriedad una verdadera política pública social de
infraestructura.

Estamos a tiempo de girar el timón y comenzar una nueva etapa de desarrollo de infraestructura social con el apoyo de constructores y consultores.

La administración pública debe de convocar a la unión para que enfrentemos esta causa necesaria. El país no necesita a constructores y consultores apartados de la solución de los problemas como si fueran parias.

La división que hoy se siente, en realidad no existe: Los consultores y los constructores son parte fundamental del pasado, presente y futuro de nuestro México.

POR ROBERTO HERNÁNDEZ GARCÍA
VICEPRESIDENTE DE ÉTICA Y ANTICORRUPCIÓN DE CNEC
 @CNEC_MEXICO

dza