COLUMNA INVITADA

Otra oportunidad para AMLO-Biden

En México nos hemos acostumbrado a normalizar una violencia cada vez más extendida, que este año ha ensangrentado la campaña electoral

OPINIÓN

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Miguel Ruíz-Cabañas Izquierdo / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

El pasado viernes estuvo en México el Subdirector de la CIA, David Cohen. Se informó que tuvo reuniones con funcionarios de la SRE, del Centro Nacional de Inteligencia, de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, de la SEDENA y de la SEMAR. No creo que sea una visita inusitada. Altos directivos de esa y otras agencias de seguridad del gobierno de Estados Unidos han visitado nuestro país desde hace décadas. Son parte integral de la relación bilateral. Antes de esta visita, el 13 de mayo, el visitante fue Juan González, Encargado de los Asuntos Hemisféricos en el Consejo de Seguridad Nacional, acompañado de una delegación de funcionarios de los departamentos de estado y justicia, y de la DEA. Fuentes mexicanas afirmaron que en dicha reunión insistieron en un “nuevo enfoque” para combatir el narcotráfico y el crimen organizado en los dos países, centrado en políticas sociales, el combate al tráfico ilícito de armas y al lavado de dinero. 

Lo fundamental es que el diálogo bilateral sobre temas de seguridad, absolutamente indispensable e irreemplazable para los dos países, se ha reiniciado. Qué bueno que así sea porque México y Estados Unidos no pueden dejar de cooperar en temas de seguridad, sobre todo cuando es patente que las estrategias que ambos países han seguido hasta ahora, simplemente no han funcionado. Continúa el tráfico de armas, drogas, personas y dinero. En México nos hemos acostumbrado a normalizar una violencia cada vez más extendida, que este año ha ensangrentado la campaña electoral. Según el Jefe del Comando Norte de Estados Unidos, Glen D. VanHerck, el 30 por ciento de nuestro territorio, está controlado por organizaciones criminales. Si así es, no hay manera de que México pueda revertir esa situación sin un nuevo tipo de cooperación de Estados Unidos, donde ellos asuman plenamente su responsabilidad.

La cooperación no puede seguir siendo igual que antes porque se tendrán los mismos resultados. Los compromisos “bilaterales” siempre han sido para que los dos países realicen actividades solamente en territorio mexicano. Estados Unidos no asume compromisos de desmantelar las redes de narcotráfico, tráfico de armas y lavado de dinero en su territorio. Los dos países pueden y deben cooperar buscando un nuevo equilibrio basado en un enfoque integral sobre el problema de las drogas, como el que se encuentra plasmado en el Documento Final de la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas. (https://www.unodc.org/documents/postungass2016/outcome/V1603304-S.pdf).

Los contactos bilaterales del alto nivel se están intensificando en vísperas de la visita a México, el próximo martes 8 de junio, de la Vicepresidenta Kamala Harris, quien se concentrará en los temas de migración. Estados Unidos necesita la cooperación mexicana para evitar la migración irregular procedente de Centroamérica. En el corto plazo, México puede proporcionarla, siempre y cuando Estados Unidos también le apueste a atender las causas de esa migración, como son la violencia, la exclusión, la pobreza extrema, el desempleo y, en los últimos años, el cambio climático, con un plan de inversiones para promover el desarrollo sostenible. Está muy bien empezar con un diálogo bilateral pero, para fructificar, deberá buscarse un acuerdo regional en el que participen todos los países involucrados, y que Trump se negó siquiera a contemplar. 

A corto plazo, hay que poner atención a los efectos que las transferencias directas de dinero y los gigantescos estímulos económicos de Biden están teniendo en su país, y en toda la región. Las predicciones son de que la economía de Estados Unidos crecerá este año a una tasa no vista desde los años cincuenta del siglo pasado: 6.5%. Ese crecimiento impulsará las exportaciones de México. Pero también está creando empleos para los que no hay suficientes trabajadores en sectores que requieren mano de obra, como el agrícola, la construcción, choferes, empacadores, jardinería, restaurantes, hoteles y servicios en general https://www.ft.com/content/52ecab21-c90d-4ee7-be7f-612da5355c77. Las redes informales que facilitan la migración irregular intuyen que esos trabajos solamente pueden ser ocupados por migrantes, y están empezando a operar. La presión migratoria se incrementará sobre México se incrementará en los próximos meses, y nuestro país no debe cargar con toda la responsabilidad. 

Biden se ha preocupado por subrayar que desea una buena relación con sus dos vecinos, México y Canadá. Esa buena relación es indispensable para mantener su aspiración en retomar el liderazgo global, del que Trump abdicó, creando un vacío muy peligroso para la comunidad internacional en su conjunto. La prioridad de Biden es la competencia económica, tecnológica y estratégica con China, y para competir con efectividad necesita rehacer las alianzas históricas que su país construyó después de la segunda guerra mundial en Europa, Asia, y América del Norte, y que su predecesor estuvo a punto de destruir.

Pero Biden no ha ofrecido hasta ahora una nueva visión para América del Norte. El TMEC, con las cláusulas laborales y ambientales que exigieron los miembros del partido demócrata, y las cordiales reuniones virtuales que ha mantenido con el presidente López Obrador y el primer ministro Trudeau, no son suficientes. Muchos grupos laborales y ambientalistas buscan implementar el Tratado con un celo reivindicatorio, lo que significa aumento de quejas, demandas y paneles de arbitraje. Lo único que puede balancear esa tendencia es la renovación, lo antes posible, del concepto de América del Norte como una región que debe y puede competir a nivel global. No se trata de crear una comunidad norteamericana al estilo de la Unión Europea porque los tres países son muy nacionalistas para eso. Se trata de asumir que hay retos ambientales, comerciales, económicos, de inversión, laborales y de seguridad, que tienen una dimensión regional. 

En México y Estados Unidos cada vez hay más observadores experimentados que han perdido la fe en que Biden logrará entenderse con López Obrador, al observar que las prioridades explícitas de ambos en una serie de temas no son fácilmente compatibles. Les están aconsejando a las empresas que no inviertan recursos adicionales en nuestro país, y se limiten a mantener su presencia hasta que en México surja un nuevo gobierno en 2025. No quiero compartir ese enfoque porque esa actitud representa perder cuatro años. Creo que no hay que darse por vencidos en la importancia de que ambos países alcancen consensos y acuerdos significativos.

Sí hay oportunidades de cooperación, entendimiento y mutuo beneficio, si los dos gobiernos se convencen de que México y Estados Unidos están unidos no sólo por la geografía, sino de muchas otras maneras. El aislamiento y la distancia simplemente no es viable a un costo tolerable, además de que México perdería numerosas oportunidades para impulsar su propio desarrollo. La vía es reconstruir los encuentros al más alto nivel, entre presidentes y miembros de sus gabinetes. Qué bueno que el Canciller Ebrard se reunirá hoy en Costa Rica con el Secretario de Estado, Anthony Blinken. Es un buen comienzo. Harris debería ser portadora de una invitación formal de Biden a López Obrador para que visite la Casa Blanca. Y López Obrador debería hacer lo mismo, invitar a Biden a México para que su primera salida al extranjero sea a nuestro país. Ambos líderes deberían llamar a Trudeu y organizar, lo más pronto posible, una reunión de los tres líderes de la región, que no ha tenido lugar desde 2016, y poner las bases de una nueva América del Norte. 

POR MIGUEL RUÍZ CABAÑAS IZQUIERDO

DIRECTOR DE LA INICIATIVA DE OBJETIVOS DE DESAROLLO SOSTENIBLE (ODS) EN EL TEC DE MONTERREY

@MIGUELRCABANAS

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