El presidente Andrés Manuel López Obrador inauguró formalmente ayer una confrontación directa con el último reducto de personajes que él considera continúan anclados en las prácticas del pasado: los economistas del Banco de México. Lo hizo reiterando en dos ocasiones durante la conferencia matutina que mantendrá su respeto a la autonomía del Banco, pero abriendo una línea de fuego contra ellos al mencionar que ello no debe significar que sus integrantes constituyen “una especie de casta divina”.
López Obrador hizo explícito su deseo: que se transparente la gestión de las reservas internacionales. Se trata de más de Dlls. $190 mil millones, aseguró, de los cuales no se informa quién los invierte, ni cuánto se cobra por su manejo.
El Presidente dijo que Banxico pudo destinar alguna parte del remanente de operación para vacunas, y aseguró que es un dinero que no debe ser derrochado. También habló de liquidar deuda para reducir el pago del servicio (es decir, pagar menos intereses); y reiteró que el gobierno tiene finanzas públicas sanas.
Insistió en que Banxico debe informar: “Si acaso que informen cómo se manejan esos fondos. Sería muy bueno, de manera sencilla, que explicaran cuánto se obtiene de intereses por ese dinero, o cuánto se paga por el manejo de ese dinero, porque es de la Nación, es de todos los mexicanos”. Aseguró que los economistas del Banco no lo ven a él con buenos ojos.
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El Presidente abordó el tema de las pensiones de quienes han trabajado en el Banco, subrayando que éstas han sido “un abuso”, y dijo que “no estaría mal que se transparentaran” las “prestaciones del mundo de la tecnocracia”. Sobre Alejandro Díaz de León, el gobernador, lo ubicó en el nivel de “director”.
Ayer, muchos economistas cerraron filas en torno al Banxico. Pero, el Presidente abrió línea directa de confrontación. Estamos por atestiguar una de las batallas más álgidas en materia económica, pero no por la materia misma, sino por los personajes que conducen y han conducido la política monetaria. Quedará por ver qué tanto avanza el Presidente en su intención de transparentar a esa institución, pero lo que queda claro es que a los personajes les quitó la etiqueta de intocables.
CIRT
Hay unanimidad en la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT) cuyo presidente del comité de autorregulación es Alberto Sáenz Azcárraga. ¿Qué ocurrió? La polémica resolución de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia fue calificada como una “intervención de la autoridad en los códigos de ética de la radiodifusión” y como un “ataque directo a la libertad de expresión, al derecho a la información y a los derechos de las audiencias”.
La CIRT acudirá a instancias internacionales. Lo peor, subraya la Cámara, es que la propia Sala contradice sus propias determinaciones anteriores.
POR CARLOS MOTA
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