COLUMNA INVITADA

La construcción de la Diplomacia Pública Mexicana

Es la agenda que traspasa fronteras y territorios para el posicionamiento de nuestra nación

OPINIÓN

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Alfonso Zegbe / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La Diplomacia Pública Mexicana (DPM) es un instrumento complementario a nuestra tradición del ejercicio de la diplomacia, epicentro de nuestra política exterior. Para ello, se requiere de suma y multiplicación, cambiar modelos y paradigmas, y buscar con esta sinergia coadyuvar a la promoción y al posicionamiento de México a nivel mundial. Esto para favorecer la comunicación multidireccional y generar confianza y entendimiento, con apego a nuestros principios constitucionales en la materia.

Es decir, aunque la diplomacia pública podría tener su nacimiento en distintos momentos, e incluso estar inicialmente ligada a la propaganda y promoción de un Estado, en las últimas décadas es donde ha logrado su madurez, tanto conceptual como en sus rutas de acción. Esto de acuerdo con los intereses y prioridades que cada país busca posicionar en un mundo diverso, con una gama de canales de comunicación inmersos en un universo digital.

Al respecto, el caso mexicano aborda su diplomacia pública a partir de considerar algunos de los múltiples atributos de su abanico, como el de un país megadiverso, que es al mismo tiempo multiétnico, bioceánico, con el más amplio catálogo de imágenes colores, olores, sabores, sonidos, con una vastedad de riquezas naturales y culturales, así como con una ubicación geopolítica privilegiada, que lo hace puente y lo conecta con el mundo. Todo eso posicionándolo como uno de los principales actores en la cadena mundial de suministros.

Por ello, la DPM requiere elaborar una narrativa consistente de lo que sucede en el interior y de lo que se busca transmitir al exterior. Es una agenda que traspasa fronteras y territorios, para el posicionamiento de nuestro país en la dinámica mundial, y que propicia la suma e inclusión de la mayor diversidad de referentes y actores. Eso logra que la labor del Estado, coordinada a través de la Cancillería y de su diplomacia tradicional, se convierta también en una comunidad más allá de lo oficial y lo gubernamental.

La labor importante que desempeñan las comunidades de personas mexicanas en el exterior, como puentes y difusores culturales de México, es destacable. No por nada nuestro país es, por mucho, una de las naciones más conocidas en el mundo, lo que hace difícil encontrar una región en la que no exista al menos un referente de origen o inspiración mexicana. No en balde se trata del país que más ha incidido culturalmente en Estados Unidos durante el último centenario.

En consecuencia, ser actores globales en la crisis actual producida por la pandemia significa también la búsqueda de soluciones, que se manifiestan en distintas acciones y bajo la corresponsabilidad de la comunidad internacional. México lo ha dejado claro en la denominada “diplomacia de las vacunas”. En abril de 2020, nuestro país presentó la resolución 74/274 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, plasmando la necesidad del acceso universal a las vacunas contra la COVID-19 y teniendo como corolario que no puede haber soluciones globales cuando hay países que se quedan atrás.

Finalmente, es necesario vislumbrar la reactivación turística, económica y social, bajo una agenda de bienestar que considere los valores socioemocionales, tomando como centro a las personas, sus familias y sus comunidades. Para ello, se requiere no sólo del posicionamiento de imágenes, sino del acompañamiento de soluciones graduales, teniendo como objetivo un México renovado y fortalecido.

ALFONSO ZEGBE

DIRECTOR EJECUTIVO DE ESTRATEGIA Y DIPLOMACIA PÚBLICA DE LA SRE

@DIPLOMACIAPUBL

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