COLUMNA INVITADA

Feminismo selectivo

Sus legítimas demandas nunca más serán silenciadas

OPINIÓN

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Manelich Castilla Craviotto / Colaborador / Opinión El Heraldo de México

Pocas causas son tan justas como la de millones de mujeres en todo el mundo por sus derechos, protección e igualdad de oportunidades. Sus legítimas demandas nunca más serán silenciadas y eso es de celebrarse después de más de un siglo de lucha. La sororidad es un arma poderosa y lo ha mostrado con fuerza en tiempos reciente. Estamos, venturosamente, ante un despertar en la conciencia social sobre nuestros grandes pendientes con la mujer.

Sin embargo, como en todo proceso de construcción para llevar a la práctica lo que el discurso proclama, existen vacíos, confusión o distorsiones que, dolosa o culposamente, exhiben defectos que una causa tan correcta como la feminista, deben corregirse con prontitud.

Uno de estos tiene que ver con la exclusión del personal policial femenino de su calidad de mujer, para darle el trato de adversaria o enemiga declarada por cumplir su función. En palabras de la presidenta del Sindicato de funcionarios policiales de Montevideo, Uruguay, Patricia Rodríguez: “El feminismo parece ser selectivo, y no entramos las policías en esa selección”.

La lucha permanente de la mujer policía por ganarse el respeto al interior de sus corporaciones y en la sociedad ha sido titánica. Transitar del ámbito administrativo al de carácter operativo y ejercicio del mando, es uno de los episodios que más lecciones debería aportar no sólo a la causa feminista sino a cualquier historia que verse sobre grandes desafíos.

En México, apenas en 1969 se creó el primer Cuerpo Femenino de Vigilancia y Protección, dependiente del entonces Departamento del Distrito Federal, cuyas funciones eran de información y vigilancia para el Bosque de Chapultepec. La forma en que fueron recibidas por la ciudadanía representó un parteaguas para la inclusión de la mujer en la estructura de la policía más grande del país.

A nivel mundial, existe un 8% de mujeres en la máxima responsabilidad de gobierno, reflejo de la desigualdad prevaleciente. En la función policial las cosas son peores. Al menos en los últimos quince años, las única jefas de una Policía Nacional o similar, han sido Aminta Granera, de Nicaragua, de 2006 a 2018 y Maribel Cervantes, Comisionada de la PF de México, en 2012.

La primera mujer en ejercer el mando de una entidad federativa en nuestro país fue Araceli Rodríguez Navarro, en 2015, como Coordinadora de la PF en Quintana Roo. Dos mujeres más tuvieron esa responsabilidad, una en Sinaloa y otra nuevamente en Quintana Roo. Apenas 2 de 31 entidades han tenido a una mujer como mando.

Por eso, es inexplicable la saña con que algunas mujeres denigran y maltratan a otras por el solo hecho de estar uniformadas cumpliendo su deber, cuando su causa proclama respeto, seguridad e igualdad. Sería deseable que la ola feminista incluya y vele por las valientes mujeres que han decidido brindar su vida a proteger y servir.

¡No al “feminismo selectivo” en perjuicio de la mujer policía! Agredirlas por su rol de garantes de la seguridad y el orden, es un absoluto despropósito.

POR MANELICH CASTILLA CRAVIOTO
COLABORADOR
@MANELICHCC

dza