ALHAJERO

Regreso al Zócalo

Lo que buscaba era revivir la energía de esa lucha que lo llevó al poder y que en las elecciones de junio pasado lució moribunda en la CDMX

OPINIÓN

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Martha Anaya / Alhajero / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El discurso era lo de menos. Lo importante para sus seguidores era estar ahí, mirar de nuevo a López Obrador, ver su rostro y escuchar su voz, tocarlo de ser posible, gritar una vez más ¡no estás solo!, o más aún: ¡Es un honor estar con Obrador!

Dos años sin reunirse en la trinchera de trincheras de Andrés Manuel, ese espacio que le ha brindado al tabasqueño su mayor apoyo; desde donde ha lanzado buena parte de sus gritos de combate y desde donde miles y miles lo han apoyado en las buenas y en las malas. Ayer no fue la excepción. Una vez más, la Plaza de la Constitución a rebosar.

Banderas morenas y del PT vistiéndola de blanco con lunares rojos. Música, mariachis, bandas de niños…, alegría pura. Y el presidente, rebosante. 24 meses de añorar la Plaza de la Constitución atiborrada de sus seguidores coreando su nombre; dos años de mirar la plancha semivacía, con carpas de adversarios políticos o presencia de grupos inconformes.

Dos años de un Zócalo esencialmente anodino, desdibujado de las luchas de izquierda, que ayer —trasladando seguidores desde distintos puntos del país; en autobuses, camiones de redilas y hasta de basura— volvió por sus fueros “como en los mejores tiempos”, presumiría el propio presidente. Incluso retaría: “Tres años de gobierno… ¡y estamos de pie!”.

Lo importante para AMLO no era sólo sentir el calor de los miles que acudieron al zócalo; lo que buscaba era revivir la energía de la lucha que lo llevó al poder y que en las elecciones de junio pasado lució moribunda en la Ciudad de México.

 El luchador social necesitaba sacudir al bastión de la izquierda para abrir paso a su sucesor. López Obrador requería la plaza a reventar para respaldar su lucha de nueva cuenta. Mirar a los ojos a los suyos y ver en ellos “la revolución de las conciencias” —“en estos tres años cambió como nunca la mentalidad del pueblo”—, esa transformación que es “lo más cercano a lo irreversible”.

Pero aún faltaba otra parte central de su mensaje, la definición del quién es quién:“Nada se logra con las medias tintas”, advirtió. El noble oficio de la política exige autenticidad y definiciones, ser de izquierda es anclarnos en nuestros ideales y principios, no desdibujarnos, no zigzaguear.

“Si somos auténticos, si hablamos con la verdad y nos pronunciamos por los pobres y por la justicia, mantendremos identidad y ello puede significar simpatía, no sólo de los de abajo, sino también de la gente lúcida y humana de la clase media y alta, y con eso basta para enfrentar a las fuerzas conservadoras, a los reaccionarios”. Palmas, gritos, consignas. El Zócalo, emocionado, volvió a abrazar a Andrés Manuel.

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GEMAS: Obsequio de Paco Ignacio Taibo II: “Rompimos a una dictadura que llevaba años cometiendo fraudes electorales, desfalcos, abusos de poder, asesinatos…; respira uno un aire diferente, digan lo que digan los pirrurris y los reaccionarios”.

POR MARTHA ANAYA
MARTHAMERCEDESA@GMAIL.COM
@MARTHAANAYA

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