COLUMNA INVITADA

COP26: La flama sigue prendida

Muchos países avanzan hacia la neutralidad climática en 2050. Nosotros vamos en la dirección opuesta. No estamos aumentando nuestra ambición para reducir emisiones

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La 26 Conferencia de los estados parte de la Convención de las Naciones Unidas Contra el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés) finalmente culminó, con un éxito moderado, el sábado 14 de noviembre, un día después de lo previsto. La Conferencia, que se celebra anualmente, casi siempre se extiende porque la verdadera negociación entre los actores principales, los gobiernos de los países protagónicos, se da hasta el final, una vez que todas las partes han definido sus posiciones, que los activistas contra el cambio climático han denunciado la lentitud de sus decisiones y el sector privado, con sus enormes diferencias entre aquellos que favorecen la transición energética, y los que la resisten, han hecho públicas sus posiciones.

Pero la Cop 26 debía ser diferente a ediciones anteriores por varias razones. En primer lugar, por el dramático informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), la voz de la ciencia mundial, que basada en evidencia, y no en la fe o un credo religioso, advirtió sin ambages que hay que reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero en 45 por ciento antes de 2030, respecto al nivel que tenían en 2010. De no hacerse nada, el clima global sufrirá aún más graves alteraciones con efectos imprevisibles para la vida en el planeta.

Pero seamos justos: el cambio climático lo sufren en particular las naciones y comunidades más vulnerables, que no han hecho nada para provocarlo, y tienen menos medios para enfrentarlo: los pueblos indígenas, los países menos adelantados, las pequeñas islas en el Caribe, y las que se encuentran en los grandes océanos, Índico y Pacífico.

En segundo término, esta Cop debía ser distinta porque después de cuatro años de ausencia durante todo el mandato de Donald Trump, en enero del presente año el presidente Biden anunció que Estados Unidos estaba de regreso en las negociaciones multilaterales sobre cambio climático, y que su gobierno deseaba liderar a la comunidad internacional contra la gran amenaza global. Su decisión se reflejó en un gran activismo de su gobierno, incluyendo la organización de una Cumbre con líderes de cuarenta países en abril pasado, para incrementar el nivel de ambición y compromiso en la reducción de emisiones.

En tercer lugar, fue la primera gran conferencia multilateral que se celebró en forma presencial al final de la pandemia. Más de 40 mil personas se registraron para participar: 22 mil delegados, 17 mil observadores y 4 mil periodistas. No todos estuvieron presentes todo el tiempo. Muchos siguieron la conferencia por internet. Otros más, asistieron en forma presencial sólo unos días. Aún así, en algunos momentos la conferencia registró a más de 28 mil personas circulando en el Centro Escocés de Conferencias y Exhibiciones. Récord mundial, reflejo del interés, y de la verdadera angustia que en la mayoría de nosotros produce la abundante y apabullante información sobre los efectos devastadores del cambio climático en todas las regiones del planeta: sequías prolongadas, olas de intenso calor, inundaciones, lluvias fuera de estación, pérdida acelerada de la biodiversidad, descongelamiento de los polos de la tierra y elevación del nivel del mar en todas las latitudes.

La Conferencia logró un importante conjunto de decisiones que mantienen viva la flama del multilateralismo. En primer lugar, se reconoció que el mundo sí atraviesa por una emergencia climática, y que hay que acelerar las acciones de mitigación, adaptación y proveer el financiamiento correspondiente. En Glasgow quedó claro lo que hay que hacer, durante los próximos ocho años, para mantener el objetivo común fundamental de mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1.5 grados centígrados durante el resto del siglo.

En segundo lugar, quedó claro un programa de trabajo para avanzar en materia de adaptación que beneficie a los países en desarrollo. Ahora, será posible identificar con precisión las necesidades y soluciones disponibles para aquellos países que ya sufren los impactos del cambio climático. Asimismo, se fortaleció la respuesta multilateral para dar apoyo técnico a aquellos países que están sufriendo pérdidas y daños por el cambio climático. Hubo coincidencia en que es indispensable incrementar el financiamiento a los países en desarrollo, especialmente para los más vulnerables. Por eso se decidió que el aumento para adaptación debe ser de al menos del doble del nivel actual. Se reiteró que los países desarrollados deben cumplir su compromiso de financiamiento lo más pronto posible, y se acordó que es momento de fijar una nueva meta de financiamiento para después de 2025.

La Conferencia también adoptó un nuevo proceso para de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero durante los ocho años que restan a esta década. Además, los países volverán a reunirse en 2022, en la Cop27, para informar sobre sus nuevas metas en materia de reducción de esas emisiones. Después de seis años, la Cop fue capaz de resolver los temas pendientes del artículo seis, para regular los mercados de carbono a nivel global. También se acordó el marco común para la elaboración y remisión de informes de todos los estados parte. Puede decirse que en Glasgow la Cop26 pasó de las promesas y buenas intenciones del Acuerdo de París, adoptado en 2015, a la adopción de herramientas e instrumentos para medir las acciones de los países para reducir sus emisiones, y proveer el financiamiento necesario para los que lo requieran.

La Cop26 generó grandes expectativas que no se alcanzaron, como eliminar el uso del carbón, o de los subsidios a los combustibles fósiles, como el petróleo, el gas y el propio carbón. Tampoco se logró un mecanismo definido para ayudar de inmediato a las comunidades más vulnerables, ni que los países desarrollados anunciaran cómo van a cumplir a la brevedad su compromiso solemne de movilizar 100 mil millones de dólares para ayudar a los países en desarrollo en sus planes de mitigación y adaptación. Se sabe que la brecha para alcanzar esa meta ya es muy reducida, pero ningún gobierno de país desarrollado está listo para comprometer públicamente un importante monto de recursos públicos para la cooperación internacional. Esa causa no es popular, no da votos, y en un ambiente polarizado al interior de muchos países, puede beneficiar a sus adversarios en las próximas elecciones.

Pero un análisis objetivo, alejado de maximalismos, nos revela que, si bien la Cop 26 no fue una conferencia de grandes anuncios, sí se tomaron decisiones sustantivas que permiten avanzar al proceso de negociación multilateral, en el que participan todas las naciones de la tierra. Además de esos compromisos formales, durante la conferencia se anunciaron planes de medidas voluntarias para fomentar la reforestación, proteger a los océanos y a la naturaleza. Se aprobó una plataforma especial para la inclusión de los pueblos indígenas. Los activistas y grupos ambientalistas deben ser reconocidos. Realizan una labor fundamental e insustituible. Equilibran el debate público que, de otro modo, sería una discusión elitista, cerrada, con la participación exclusiva de gobiernos y funcionarios internacionales.

México se ha rezagado. La política oficial contra el cambio climático se reduce al programa de reforestación “Sembrando Vida” que, se acuerdo a estudios serios, está teniendo efectos contrarios, con la destrucción de más de 80 mil hectáreas de bosques. Muchos países avanzan hacia la neutralidad climática en 2050. Nosotros vamos en la dirección opuesta. No estamos aumentando nuestra ambición para reducir emisiones. Al darle preferencia a las energías fósiles sobre las energías limpias, difícilmente cumpliremos nuestras metas de reducción anunciadas desde 2015. México ha perdido un liderazgo internacional que era reconocido. Nos hemos vuelto irrelevantes.

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS
PROFESOR Y DIRECTOR DE LA INICIATIVA SOBRE DESARROLLO SOSTENIBLE DEL TECNOLÓGICO DE MONTERREY
MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX
@MIGUELRCABANAS

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