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Una bonita costumbre

Con suerte, inicia la bonita costumbre de bañar de miel de maple de producción familiar, cualquier superficie que se deje

OPINIÓN

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Tengo esta viejísima memoria de ver en la alacena de casa de mi mamá una botella de vidrio en forma de hoja de árbol y sellada con cera roja en el tapón. De esos objetos que, como algunos vinagres, mermeladas y un par de patés que tengo en mi cocina, decoran, y nadie, nunca los destapa.

Años después, en mi incesante búsqueda de desayunos opíparos al estilo americano, me volví a topar con el objeto.

Norma's se llama el sitio, y la espera para desayunar en aquél poco agraciado establecimiento más bien parecido a Vips, pero en el centro de Manhattan, puede tomar horas.

Puedo decir que he llegado a sentir angustia leyendo menús donde los protagonistas versen entre hot cakes, algunos sofisticados huevos y hasta sándwiches de pollo frito. Ah, y el famoso hashbrown, que nunca le he entendido. Los benedictinos me tratan de seducir, pero dudo muchísimo de la perfección de la holandesa; las omelettes nunca tienen el punto de cocción que a mi me place; ergo, siempre pido hot cakes. Menos parábola de riesgo.

Me gustan con muchísima mantequilla, elegantísimo si te la sirven derretida en una pequeña salsera on the side -como hace poco en La Jolla me los ofrecieron y devoré-, y considero que si se les otorgasen estrellas Michelin al concepto diner, tres estrellas merecerían los que ofrecen miel de maple.

Junto con el uso de jabón Zote, una de las costumbres más difíciles de erradicar en mi casa ha sido la compra de Aunt Jemima. Complicadísimo dejarla por más opciones de mieles de maravillosos arces de Vermont o Nueva Inglaterra. No hay cómo.

Ahora que llega la primavera y que los árboles del este de Norteamérica comienzan a pintarse de colores, como un regalo divino, una de mis hijas trabajará en una granja de miel de arce. Quizá es una señal y una helada mañana cargando cubetas de la extracción directa del tronco de un árbol, se ilumine con esa lucecita que tanto la caracteriza, y entienda que miel es miel, y que trampa es trampa.

Así, en noches con frío extremo inmediatamente seguidas por días calurosos requeridos para que fluya la savia de esos árboles, estará ella en mis pensamientos. Con suerte, comienza la bonita costumbre de bañar de miel de maple de producción familiar, cualquier superficie que se deje. Cosas que me hacen feliz. [nota_relacionada id=874526]

POR VALENTINA ORTIZ MONASTERIO
GASTROLAB@ELHERALDODEMEXICO.COM
@VALEOM

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