COLUMNA INVITADA

De elecciones y otros demonios

La batalla seguirá, sin embargo, a pesar de los resultados en tribunales. Podría irse, incluso, hasta la Suprema Corte como ha amenazado al proclamarse vencedor la madrugada del miércoles 4 de noviembre

OPINIÓN

·
Pedro Angel Palou/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Escribo esta columna todavía con el alma en un hilo, sin saber los resultados electorales del martes en Estados Unidos (tal vez mi lector de El Heraldo ya los sepa para cuando lea mañana viernes sus letras). Lo cierto es que todo indica que ganará Biden y Donald J. Trump será un presidente de un solo término. La batalla seguirá, sin embargo, a pesar de los resultados en tribunales. Podría irse, incluso, hasta la Suprema Corte como ha amenazado al proclamarse vencedor la madrugada del miércoles 4 de noviembre. Nunca me imaginé a un presidente de este país utilizando las estrategias de las dictaduras y los regímenes totalitarios para intentar hacer trampa.

Ese día y los subsiguientes ha insistido en su canal de amplificación, Twitter, en que deben pararse los conteos de votos (en los estados en los que puede perder, no en todos, como siempre con doble estándar). El problema es que ha ido generando un clima de sospecha en sus bases y en los conspiracionalistas y a pesar del hermoso panorama cívico del día de las elecciones, ya empiezan las muestras de violencia (el secretario de estado en Nevada, por ejemplo, ya teme por su vida y la de su familia ante las amenazas de muerte).

Muchas cosas para reflexionar, sin embargo, a pesar de estas anomalías no propias de un estadista. La primera es la alta participación, lo cual es un revés a la idea de que las elecciones son fraudulentas. Si más de 130 millones de estadounidenses votaron es porque confían en que su sistema electoral es transparente y veraz. Lo segundo, otra vez se equivocaron las encuestas (sobre todo las estatales, porque si las tendencias siguen en el voto popular Biden puede terminar ganando las elecciones por 6 o 7 puntos). Tercera: Trump sigue siendo un animal político que puede energetizar a sus votantes. Un ejemplo conspicuo: en Texas, Biden tuvo un millón más de votos que Hilary Clinton. ¡Un millón! Pero resulta también un millón más de texanos salió a votar por la reelección (todo es grande en Texas, dicen).

Cuarta: no hubo marea azul y esa es una muy mala noticia por el tema del control del senado. Lo más cierto con los números que tenemos en la mano es que Biden tendrá que gobernar con Mitch McConell como líder de la mayoría y puede simplemente congelar toda iniciativa gubernamental. Si a esto le agregamos que Trump ha reconvertido la Suprema Corte con tres magistrados conservadores, pues el balance de poder se ha roto. El país seguirá gobernado por una minoría y los cambios no serán posibles. Siento ser pesimista. A pesar de las dos posibles nuevas elecciones en enero en Georgia. Tendría que haber un empate y Kamala Harris, como presidenta, poder desempatar las decisiones difíciles, pero esto se ve cada vez más lejano (tendría que ganar el candidato demócrata la elección senatorial de Alaska, por ejemplo).

Lo que me lleva al quinto tema de mi contribución. El voto latino, al que ya le habíamos dedicado un artículo entero. Miami Dade fue crucial para que Biden perdiera Florida. Durante estos años el partido demócrata ha trabajado al votante hispánico -sobre todo Cubano, Nicaragüense, Venezolano-, no solo con el espectro del socialismo, lo que sería muy fácil, sino con la religión. Esto no se ha analizado suficientemente. Jóvenes hispanos a los que nos les preocupa el socialismo principalmente, salieron a votar azuzados por cientos de textos en Twitter, perfilando a Trump como cristiano, a Melania como católica practicante y al hecho de que se trata de un presidente pro-vida, como la juez Amy Barrett a la que acaba de nombrar.

Un mensaje que en las áreas pobres y rurales de Puerto Rico. En Texas, solo votaron por Trump los mexicoamericanos de Zapata County, que son demócratas pero trabajan en las petroleras.  No fueron los hispanos en ese estado los que le dieron el voto a Trump, como en Florida. No nos llamemos a engaño, en todos los demás sitios el voto hispánico fue central para Biden. El 74% del voto mexicano fue para Biden, el 70% del voto Puerto Riqueño, el 59% del Centroamericano y el 58% del sudamericano. Solo el voto cubano fue 52% republicano. Mucho de qué hablar aquí. Las televisoras se equivocan al decir que Biden no tuvo el voto latino.

Alexandria Ocassio-Cortés lo dijo: ¡todavía hay tanto que aprender!

PEDRO ÁNGEL PALOU
COLABORADOR
@PEDROPALOU