Desde septiembre del año pasado, en este mismo espacio, les he venido comentando sobre las características de una operación que concentraría en un solo agente económico a dos gigantes de la industria de creación y distribución de contenidos audiovisuales: Disney y Fox.
En aquel momento, la propuesta de compra de las operaciones de Fox en nuestro país por parte de Disney estaba aún bajo el escrutinio de las dos autoridades encargadas de velar por el eficiente funcionamiento de los mercados: Cofece e IFT.
Hace unos días, según se ha difundido en distintos medios, la Cofece habría aprobado ya la operación de compraventa en lo que respecta a los mercados no directamente involucrados en los servicios de telecomunicaciones, allanando así el camino hacia la validación de su ambiciosa fusión en nuestro país. Mientras tanto, el IFT tiene de frente una de las más relevantes operaciones de compraventa que haya visto la industria en los últimos años. Esto pues, más allá del elevado monto de la transacción, de ser aprobada sin salvedades, acarrearía la consolidación de un agente con poder e incentivos para fijar precios de forma unilateral y sus condiciones de acceso a contenidos deportivos en general y, en particular, a aquellos disponibles en paquetes básicos.
Al analizar tanto la distribución de suscriptores de acuerdo con su nivel de gasto mensual, como la parrilla de canales ofrecidos por los principales operadores, resalta que el suscriptor mexicano promedio obtiene 73% de sus canales deportivos por medio de las señales ESPN y Fox Sports.
Si esta distribución parece alarmante, su segmentación lo es aún más, puesto que 79% de los canales deportivos en los paquetes menores a 300 pesos (que representan 64% de las suscripciones) son propiedad de Disney y Fox. Mientras más avanzamos en la escala de precios, esta relación disminuye, pero de igual forma lo hace la cantidad de personas que pueden costear estos paquetes.
De esa forma, las parrillas deportivas de paquetes entre 300 y 699 pesos (contratados por poco más de 34% de los abonados) dependen en 64% de ESPN y Fox Sports. Mientras tanto, aquellos que pueden y quieren darse el lujo de contratar un paquete de TV de precio superior a 700 pesos (2% de los suscriptores) adquieren también la posibilidad de diversificar el acceso a contenido deportivo, que aún provendría en su mayoría (59%) de Disney y Fox.
Incluso, la difusión de estos canales bien podrían valerles el mote de “canasta básica deportiva”, pues todos los paquetes, incluso los más baratos, incluyen por lo menos (en algunos es la única opción) dos señales en definición estándar de Fox Sports y dos de ESPN.
Esperemos, entonces, que el IFT, al igual que otros organismos de competencia en otros países, logre establecer las condiciones suficientes para evitar que la unión de Disney y Fox les otorgue la capacidad de extraer rentas excesivas de los consumidores, especialmente de aquellos que se verían obligados a reducir sus niveles de consumo en otros bienes y servicios o prescindir de la TV de paga en su totalidad.
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