Nadie esperaba que durante el desarrollo de la 22ª Asamblea Nacional del PRI, sucediera algo fuera de lo que viene cocinándose desde hace un par de meses. Ni siquiera el gran cambio en los estatutos, la apertura del candado que ahora permite la participación de ciudadanos no militantes en la candidatura presidencial, sorprendió en realidad; el tema estaba sobre la mesa desde hacía rato, porque eso es lo que debía pasar para allanarle el camino a José Antonio Meade.
Hay unas cuantas bofetadas implícitas en esta asamblea. Una de ellas es la que recibieron los militantes de décadas, que vieron cómo el partido les decía, sin más, que ninguno se había ganado un lugar en la lista de los presidenciables, y por eso había que buscar afuera. Pregúntense, pues, si ese cambio, significa verdadera renovación, o si la manera en que el cambio fue operado desde la mismísima oficina de la presidencia, no hace más que hablar de que las prácticas del pasado están más vivas que nunca.
¿Bofetada, incluso, para Miguel Ángel Osorio Chong, cuyo nombre sigue arriba en las encuestas de las preferencias priistas, pero ve tambalear sus certezas con la apertura de los candados?
Aunque la bofetada de la que nadie habla, es la que los hombres priístas le dieron a las mujeres de su partido. ¿En serio no había en sus filas ni una sola mujer que mereciera estar en la lista? Esa bofetada no es reciente, pero es ahora más obvia.
Días antes de la asamblea, la expresidenta del partido, Dulce María Sauri, dijo con más seriedad que otros, lo que muchos pregonan con liviandad: el gran reto del partido está en la corrupción.
Esa voz de alerta, fue desoída. Quizá lo que estaba diciendo Sauri es que elegir un candidato es cosa normal. Y la cúpula del partido puede o no acertar en esa elección, pero tiene muchos mecanismos para compensar. Lo que no es cosa de todos los días, lo que se ha salido absolutamente de control, es el grado de corrupción. Y eso, por cierto, tiene un costo político que la sociedad ha comenzado a cobrarles.
Dulce María Sauri los llamó a sacar adelante de manera seria el Sistema Nacional Anticorrupción. También habló de la inseguridad en muchos rincones del país. Lo dijo a quien quiso escucharla, pero escuchar parece estar pasado de moda en este PRI egocéntrico. Así de sencillo.
Ojo con esto:
No pierdan de vista a Emilio Lozoya Austin, si acaso alguien lo tiene a la vista. El ex director de la empresa Odebrecht, acusó al ex director de PEMEX de haberle entregado sobornos por 10 millones de dólares. Pero, ¿Lozoya dónde está?¿Sigue en México?
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