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La comunidad internacional frente a Venezuela

OPINIÓN

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A medida que se acercan el 30 de julio y las elecciones para la Asamblea Constituyente, la necesidad de una salida negociada a la aguda crisis venezolana es más evidente. Si bien la comunidad internacional, especialmente la latinoamericana, debería jugar un papel más activo, estamos frente a una tarea complicada, dadas las trabas que pone Nicolás Maduro, agitando permanentemente el fantasma de la injerencia en sus asuntos internos. Mercosur en su última Cumbre de Mendoza, la OEA y la UE  se han planteado qué hacer y hasta dónde llegar. ¿Cuál debe ser el tono de sus declaraciones? ¿Cómo condenar los avances contra la democracia o la vulneración de derechos humanos? ¿Qué sanciones aplicar? El mayor rigor de las palabras y los hechos pueden limitar el margen de maniobra de la negociación, ya que, como apunta Moisés Naím, un bloqueo petrolero por parte de EU sólo serviría para reforzar a Maduro. En momentos de gran cerrazón como el actual, a mayor presión internacional menor posibilidad de que Maduro acepte dialogar. Sus descalificaciones alcanzaron a México antes y después de la Asamblea General de la OEA en Cancún, a Luis Almagro, a EEUU y a Federica Mogherini, la Alta Representante para la Política Exterior de la UE. Frente a este dilema hay tres hechos a considerar. Primero, el conflicto sólo lo resolverán los venezolanos ya que la comunidad internacional únicamente puede facilitar el diálogo. Segundo, durante largos años vimos a una Cuba aislada del mundo aunque con el respaldo de la Unión Soviética y luego de Venezuela. Éste es el modelo de resistencia del chavismo. Finalmente, el apoyo internacional es necesario para que la oposición pueda seguir movilizada, un apoyo que la gente en las calles y los políticos agradecen. Un factor adicional es que el gobierno venezolano solo confía en Cuba y en Raúl Castro, el único actor internacional con capacidad de influir sobre Maduro. Muchos creen que un relevo en la cúpula gobernante podría abrir nuevas oportunidades al diálogo. Por eso, algunos presidentes latinoamericanos como Juan Manuel Santos, Enrique Peña Nieto y Mauricio Macri habrían iniciado gestiones discretas, según recogen ciertos medios internacionales como el Financial Times, para convencer a las autoridades cubanas de propiciar la negociación en Venezuela. Tanto Maduro como numerosos dirigentes chavistas deberán afrontar juicios penales por cargos muy diversos, no sólo de corrupción y narcotráfico, si hay un cambio de gobierno. Los delitos de lesa humanidad están al caer, tal y como demandó un grupo de parlamentarios de Colombia y México. Por eso, la colaboración de Castro para convencer a Maduro de que renuncie y se retire a Cuba es fundamental, aunque de momento esta salida sea poco probable. Sólo cuando se acelere el desplome del régimen chavista, la acción concertada de la oposición y la comunidad internacional actuando desde fuera podrán sacar a Venezuela de su actual marasmo. Como se decía al comienzo de esta columna, en un país al borde del colapso la negociación es más necesaria que nunca.   Columna anterior: Maduro contra Leopoldo López