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Las elecciones de la ira

OPINIÓN

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“Estoy en shock”, exclamaba Jeb Sprague, profesor en el Departamento de Sociología en la Universidad de California en Santa Bárbara. “¿Cómo es posible que esto suceda?”.

Sprague visitó varias casillas en misión de observador acreditado por el Instituto Nacional Electoral. Su relato es el siguiente: 

“La primera sorpresa fue encontrar en las casillas grupos pequeños, pero visibles, de personas en los márgenes del área de votación, que se acercaban a los electores antes de votar. Lo que me dejó en shock fue ver a varios de esos electores salir de las urnas, caminar hacia ellos e intercambiar algunas palabras, tras lo cual una de las personas subrayaba sus nombres en una lista y después los llevaba a una “casa amiga”, donde departían un rato antes de volver a casa”.

En la cabeza de Sprague no cabía la idea de que en México, en 2017, a un año de la elección presidencial, existiera un mercado de compra de votos abierto y público, a plena luz del día y bajo el cielo del Estado de México.

Christy Thornton, profesora de Rowan University y becaria de la Universidad de Harvard dijo que como observadora, tras atestiguar esas acciones de coacción y compra del voto, no podía declarar que la elección de este 4 de junio hubiera transcurrido en forma “libre y auténtica”.

Conversé brevemente con Sprague, con Thornton y otros observadores de universidades de los Estados Unidos que forman parte de la organización “Ni un fraude más”, que visitó casillas en Tecamac, Chimalhuacán, Ecatepec y Tlalnepantla, entre algunos de los más conflictivos en la elección de este domingo.

Sus conclusiones pueden resumirse así: al margen de qué partido gane la elección del Estado de México, el principal problema del país en el tema electoral es el uso político de las instituciones y la enorme fragilidad que muestran éstas para contener y sancionar delitos electorales, particularmente los que hacen del dinero un factor determinante en la intención del voto.

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A las nueve de la noche en el equipo de Delfina Gómez había un ambiente de seguridad y confianza. Para los morenistas dos cosas han sido determinantes: la forma en la que Gómez conectó con los mexiquenses más lastimados, y la ira social de unos ciudadanos que se sienten traicionados por sus gobernantes.

Los estrategas de la maestra que vive en una casa de 50 metros cuadrados esperan dos cosas: que el cómputo oficial confirme su triunfo por una distancia mínima de cinco puntos, y que como lo ha hecho históricamente, el PRI reconozca la derrota y no traslade la elección a los tribunales.

El personal del INE que recorrió el Estado de México tenía un indicio al término de la jornada: son  las elecciones más vigiladas por los partidos políticos. Les sorprendió ver representantes de todos en casi todas las casillas.

Columna anterior: Warhol 2017.