Buckminster Fuller, célebre arquitecto y diseñador, dijo alguna vez que no cambias las cosas combatiendo la realidad existente. Cambias algo, construyendo un nuevo modelo que hace el modelo existente obsoleto. Así, asumimos que la realidad nueva, mejorada, sustituirá a la anterior de tal forma que, al tiempo, será impensable que alguna existiera. De ese calibre es el legado de Hendrik Johannes Cruyff.
Johan nace un 25 de abril de 1947 en Amsterdam, Holanda y en 1964 debuta, con 17 años, en el Ajax, después de dos eventos que marcaron su vida: la muerte de su padre cuando tenía 12 años y su encuentro con Rinus Michels, revolucionario entrenador y artífice de la Naranja Mecánica.
En la temporada 1965-66, tras altas y bajas, se define como titular gracias a 25 goles que ayudaron al Ajax a ganar la liga. Entre 1964 y 1973 consigue 5 títulos de liga, 4 copas holandesas y 3 campeonatos europeos (1971, 1972 y 1973), obteniendo 2 balones de oro al mejor jugador del mundo en 1971 y 1973.
En 1974 participó con su selección en la Copa del Mundo de Alemania. El mundial es recordado por la presentación holandesa de una inusitada forma de jugar: el futbol total. El entrenador Michels lideró desde el banquillo, pero en el terreno de juego Johan llevó el mando. Después de eliminar a grandes selecciones, Holanda se enfrentó a Alemania en una final de vertiginoso inicio, en el que Holanda marca el primer gol, al minuto de juego, después de un penalty cometido sobre Cruyff. Es cierto que La Naranja perdería el partido 2-1, pero lo es también que se ganaría el respeto y la admiración del mundo y que su capitán se ratificaría como el mejor del planeta.
En ese año, Johan se integra a un equipo catalán cuya mejor época había pasado en los años 50, referente social de la lucha antifranquista y que en futbol no tenía nada que ofrecer: el F.C. Barcelona. Tras su ingreso ganó un tercer balón de oro y se inició una racha que sacaría al club de su letargo.
Es indudable que su paso por el Barcelona fue brillante, obteniendo la liga de España y dos Copas del Rey, pero su verdadera aportación la hace con Michels, con quien se reencontraría para colocar la semilla del que se convertiría en un uno de los clubes dominantes del mundo.
Ver jugar a Cruyff era privilegio enorme para un aficionado al futbol; regates precisos, conducción elegante y veloz, remates a gol estéticos y contundentes, inteligencia para jugar y hacer lucir a su equipo, temperamento y liderazgo dentro y fuera del campo, visión para entender el futbol, todo lo define como uno de los más importantes referentes del deporte en su historia.
En 1984, a los 37, Johan Cruyff se retiró como jugador, su muerte el año pasado confirmó el lugar que tiene en la historia como uno de los mejores jugadores que haya visto este deporte pero su contribución no quedó ahí, continuó…
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La revolución Cruyff
La forma en la que se juega actualmente el futbol y la historia de uno de los mejores equipos del mundo no se pueden entender sin el legado de Johan Cruyff