La FIFA y el COI le otorgaron a Rusia las sedes del mundial de futbol y los juegos olímpicos de invierno, pese a los altos niveles de racismo, corrupción y discriminación del país.
“A Infantino poco le importa lo que ocurre en el entorno de Qatar, con el que han roto relaciones Arabia Saudita, los Emiratos Árabes y Bahrein. Dijo que "el papel esencial de la FIFA, como yo lo conozco, es ocuparse del futbol y no inmiscuirse en la geopolítica". Son unos hipócritas.”
A menos de un año del inicio del mundial de futbol de Rusia, este fin de semana se puso en marcha la Copa Confederaciones, una derivación de la Copa del Rey Fahd de Arabia Saudita, que se creó su propio evento, por invitación, y que después de un par de ediciones en 1992 y 1995 se lo apropiara la FIFA.
Rusia obtuvo la sede del mundial en diciembre del 2010, dejando en el camino a las candidaturas de Inglaterra, Bélgica/Holanda, y Portugal/España, en ese orden, en medio de un escándalo de sobornos e irregularidades, que también arrastran a Qatar 2022.
Lo que no deja de sorprender es la doble moral, hipocresía e indiferencia de parte de la FIFA, la de Joseph Blatter y la de Gianni Infantino, así como del Comité Olímpico Internacional.
En el 2014 el COI celebró los juegos olímpicos invernales en Sochi, unos meses después que el gobierno de Vladimir Putin promulgara una ley que tiende a la prohibición de los derechos y la cultura de la comunidad LGBT. Esos juegos fueron un caldo de cultivo para la corrupción, con un costo de 51 mil millones de dólares, 4 veces más de lo presupuestado, más que todas las ediciones invernales anteriores combinadas, y 7 mil millones de dólares más que los juegos de Beijing 2008. Hoy en día Sochi es un pueblo fantasma. Como cereza del pastel, no hay que olvidar el doping de estado promovido desde el Kremlin que es, sin duda, la mayor conspiración en la historia del deporte.
Es cierto que Blatter ya no está, pero tuvo mucho que ver en el otorgamiento de los mundiales a Rusia, a la que apoyó notablemente, y Qatar, al tiempo que Infantino su sucesor, de una manera diplomática, pero sigue los lineamientos ancestrales del organismo.
Apoyo la medida de la FIFA de evitar en la Copa Confederaciones las expresiones racistas y discriminatorias desde la tribuna, incluyendo nuestro famoso grito. Pero lo hacen al mismo tiempo que son cómplices de Putin, en la Rusia con altos niveles de discriminación, y del conflicto con Ucrania. Son unos hipócritas.
Y a Infantino poco le importa lo que ocurre en el entorno de Qatar, con el que han roto relaciones Arabia Saudita, los Emiratos Árabes y Bahrein. Dijo que "el papel esencial de la FIFA, como yo lo conozco, es ocuparse del fútbol y no inmiscuirse en la geopolítica". Y después de todo ¿por qué preocuparse si las relaciones se rompieron por apoyar a organizaciones terroristas, y por no cumplir tratados internacionales, independientemente de ser señalados por amnistía internacional por la explotación de trabajadores extranjeros y atentar contra los derechos de la comunidad LGBT? Son unos hipócritas.
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