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Ni uno más

OPINIÓN

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No al silencio; justicia, a un mes del asesinato de Javier Valdez Cárdenas. 

Las historias –asesinatos, levantones, amenazas, familias en fuga– corrieron de una mesa a otra hasta empezar a formar un mapa –y un catálogo demencial– de las agresiones, los riesgos y las amenazas contra el periodismo y los periodistas.

En los últimos años fueron asesinados 106 reporteros en México, un trago que debería ser imposible de digerir en una sociedad que se considere democrática. Seis han muerto en seis meses y treinta están desaparecidos desde el año 2000.

Ciento treinta periodistas hombres y mujeres se reunieron ayer convocados por Horizontal. Entre sus propuestas sobresalen la independencia de la nueva Fiscalía General para que la Fiscalía encargada de investigar delitos contra periodistas también sea autónoma.

La impunidad y la corrupción son dos factores esenciales en los crímenes de periodistas. 

Estos son algunos testimonios de cómo trabajan y a qué se enfrentan reporteros de Sinaloa, Sonora, Veracruz, Morelos, Guerrero, Chihuahua y Tamaulipas, como parte de una discusión de tres días en el Palacio Postal.

“Vivimos entre varias sierras y en la casa de un cártel. Tenemos un medio independiente y nos han amenazado once veces. Nos llaman: ´no puedes hablar de este asunto con nadie`. Se siente miedo y en los estados es más difícil hacer periodismo. Es más fácil desaparecerte. Las policías están intervenidas por el crimen. Un día platicamos sobre convencer a un médico de darnos una píldora para dormirnos por si nos levantan. Aquí el narco no mata, desaparece, y eso provoca una apariencia de tranquilidad”.

“Aquí viven. Es su casa y eso lo hace más peligroso. Toda la estructura de justicia está invadida por el crimen. Lo más riesgoso es que quieren retomar el control de algunas cosas. Vivimos formas de presión como el retiro de ediciones enteras. Esto se replica en otras regiones, en distinto tono e intensidad. Como periodistas no hemos sido capaces de identificar estos síntomas de riesgo. En siete años, dos periodistas han sido asesinados. El asesinato de Javier Valdez desencadenó una ola de solidaridad que no habíamos visto: colegios de médicos y abogados, organizaciones de desaparecidos y desplazados. Eran amigos de Javier”.

“Vivimos amenazas y una política de presión en los tres niveles de gobierno. La corrupción es un factor: la publicidad no está reglamentada y los bajos salarios hacen que los periodistas sean vulnerables. En Veracruz hay regiones donde ganan 1,500 pesos al mes. La Comisión de Protección a Periodistas atiende el problema con dinero y modos paternalistas”.

“Lo más grave es que las investigaciones no tienen información de inteligencia para hacer correlaciones y encontrar a los autores intelectuales de las agresiones. En los Estados los periodistas están en la mira de caciques y políticos locales. Deben ser castigados quienes ordenan los crímenes”.

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