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El mal fario

OPINIÓN

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La mala suerte acompaña a Fernando Alonso durante las 500 Millas de Indianápolis, donde reventó el motor Honda y no concluyó la mítica carrera

Habrá que esperar varias semanas para conocer la estrategia de Alonso para 2018, ya que su permanencia en McLaren parece tener los días contados.

El mal fario se ha ensañado con Fernando Alonso, y aunque sería exagerado afirmar que el piloto español está “gafado”, lo cierto es que su relación con McLaren se vuelve cada día más hostil por la sociedad que la escudería inglesa mantiene con Honda, el proveedor de unas incompetentes unidades de potencia, como ahora se les llama a los motores en la era híbrida de la Fórmula 1.

Y cuando parecía que la felicidad venía a su encuentro en las 500 Millas de Indianápolis, el motor Honda de su Dallara se reventó antes de que el asturiano pudiera ver la bandera a cuadros; es decir, nada que Fernando no haya padecido a bordo de los últimos monoplazas construidos por McLaren, que desde la temporada 2015 ha sufrido problemas mecánicos similares.

A pesar de la mala suerte de Alonso en el óvalo de Indianápolis, resultaría irrisorio dejar de reconocer que hizo un buen papel en la mítica carrera norteamericana, ya que se mostró competitivo y con una gran capacidad de adaptación a una categoría en la que nunca había corrido. También porque le devolvió vida y reflectores a la cita más popular y concurrida de la IndyCar, que cada año reúne a unos 400 mil aficionados.

Y después de esta sana intentona de Alonso por alejar los fantasmas de Honda, y poner un poco de salud mental a su tensa situación con McLaren, sobrevino este nuevo desaguisado que, seguramente, le hará volver a preguntarse qué diablos hace en un equipo cuyo socio no encuentra el motor adecuado para que el bicampeón del mundo vuelva a subirse a un podio.

El calvario que atraviesa McLaren es patético, y resulta muy triste reseñarlo tratándose de una escudería de tanta solera. Así que hoy día, después de seis carreras disputadas, no ha conseguido ningún punto en la tabla de constructores y se encuentra hundida en el fondo, detrás de equipos como Sauber y Haas, que ya han inaugurado sus respectivos casilleros, no obstante las limitaciones presupuestarias con las que tienen que lidiar en el momento de invertir en desarrollo tecnológico.

Así que en el parón del verano, en plenas vacaciones, Alonso tendrá que decantarse por algún otro equipo para 2018, si es que aún no ha movido ficha por debajo de la mesa y sólo está esperando el instante adecuado para anunciarlo.

También está claro que si Alonso no regresa a Ferrari o se contrata con Mercedes, no tendría demasiadas opciones de sentir otra vez la adrenalina tan especial que representa pelear por el campeonato. Porque está muy difícil que Red Bull separe a esa pareja tan equilibrada -y hasta complementaria- de pilotos, conformada por Daniel Ricciardo y Max Verstappen. Pero aquí nunca se sabe. La única certeza es que a Fernando Alonso le urge hacerse una limpia en Catemaco.