Las vacaciones de Semana Santa están a la vuelta de la esquina; muchas personas han comenzado ya a hacer las maletas y preparar todo lo necesario para disfrutarlas en una gran variedad de destinos nacionales, e incluso, fuera del país.
Pero si tú eres de las personas que han decidido no salir de la Ciudad de México en este periodo de descanso, te compartimos 5 opciones de pueblos de nuestra ciudad que conservan raíces originarias y que cuentan con atractivos históricos y culturales que puedes visitar.
Los pueblos originarios son aquellos que descienden de poblaciones asentadas en el territorio que hoy día ocupa la Ciudad de México, desde antes de la etapa colonial y del establecimiento de las fronteras actuales, los cuales conservan sus instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, tradición histórica, territorialidad y cosmovisión, o parte de éstas.
Por las antiguas chinampas de Iztacalco
Probablemente has visto fotografías en blanco y negro de trajineras navegando apaciblemente por el antiguo Canal de la Viga. Aunque este cuerpo de agua desapareció hace varias décadas, la calzada que lleva el mismo nombre conserva el trazo del canal y en los alrededores permanecen en pie algunas construcciones de los pueblos que se asentaron en sus orillas.
Es el caso del pueblo de Iztacalco. En el barrio de La Asunción, uno de los 7 que lo conforman, se encuentra el templo y ex convento de San Matías, uno de los principales atractivos de esta demarcación. La construcción de este conjunto inició a finales del siglo XVI y fue remodelado hacia 1725.
Caminar por las calles que rodean al templo es adentrarse a un paisaje que alguna vez estuvo enmarcado por acequias, chinampas y casas de adobe. En la esquina de la plaza y la Calzada de la Viga puedes degustar un café en los portales, un edificio que data del siglo XIX y que aparece en algunas litografías de la época.

Tizapan, un pueblo entre ríos y antiguas fábricas textiles
Hacia el sur poniente de la capital, en la alcaldía Álvaro Obregón, enclavado entre calles sinuosas y adoquinadas, delimitadas por las avenidas San Jerónimo, Revolución y el Anillo Periférico, se encuentra el pueblo de Tizapan, que en náhuatl se traduce como “sobre la tiza” o “sobre la tierra blanca”.
En la época novohispana fue un territorio ocupado por los frailes dominicos, quienes en el siglo XVIII construyeron la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, que se conserva hasta nuestros días. En aquellos años, numerosos ríos atravesaban el pueblo y sus aguas fueron aprovechadas para instalar fábricas textiles y de papel.
De ese pasado industrial quedan algunos vestigios, como los edificios que conforman la Plaza Loreto, que en su momento aprovechaban el caudal del Río Magdalena para producir papel. Uno de los sitios más peculiares de Tizapan es el Mercado Batallón de San Patricio, que prácticamente es una calle techada entre la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe y un almacén.

San Bernabé Ocotepec y su pirámide en la cima de un cerro
Además del Parque Nacional Los Dinamos, la alcaldía Magdalena Contreras tiene entre sus atractivos algunos pueblos pintorescos al pie de sus montañas. Uno de los más vistosos es San Bernabé Ocotepec, cuyo nombre en náhuatl significa “cerro de ocotes”, por la gran abundancia de pinos que crecen en sus alrededores.
En este lugar, casi a mediados del siglo XVI, los frailes dominicos construyeron una iglesia dedicada a San Bernabé Apóstol sobre lo que fue un antiguo juego de pelota. En el atrio aún se conservan vestigios prehispánicos, como un aro de piedra y un vaso ceremonial del mismo material.
Junto San Bernabé Ocotepec se levanta el Cerro del Judío, una elevación en cuya cima se encuentra un asentamiento arqueológico de origen otomí, que data del año 1200 de nuestra era. En este lugar puedes encontrar visitas guiadas y talleres en medicina alternativa.

Un plato de mole en las faldas de un volcán, en San Pedro Atocpan
Si lo tuyo es probar platillos típicos de la gastronomía mexicana, el pueblo de San Pedro Atocpan, ubicado en las faldas del volcán Teuhtli, en la alcaldía Milpa Alta, y todas las variedades de mole que ahí se elaboran, no puede faltar en tu lista.
El mole cobró fama en San Pedro Atocpan debido a que algunas familias de ahí comenzaron a elaborarlo para venderlo. El sabor y la calidad fueron tan buenos que pronto ganó reputación como uno de los mejores. De acuerdo con datos del Gobierno de la Ciudad de México, a mediados de la década de 1970, en este pueblo se producían entre 8 y 10 toneladas de mole cada día.
Aunque se encuentra en la alcaldía ubicada más al sur de la Ciudad de México, puedes llegar fácilmente por las autopistas federales México-Tlayacapan y después México-Oaxtepec, o en camión desde el paradero de la estación del Metro Taxqueña.

Los últimos paisajes chinamperos y un cerro con petrograbados en Santa Cruz Acalpixca
No todo son trajineras en Xochimilco. Esta alcaldía cuenta con 14 pueblos originarios, todos con atractivos históricos, culturales y naturales que merece la pena visitar. Uno de ellos es Santa Cruz Acalpixca, ubicado en una de las zonas que conservan parte del antiguo paisaje chinampero de la región.
En las orillas del pueblo se encuentra el Cerro de Cuahilama, famoso por los petroglifos tallados en sus laderas, cuyas imágenes expresan la cosmovisión de las tribus xochimilcas que ocuparon la zona hacia el año 1195 de nuestra era. Si caminas por el lugar, puedes apreciar petrograbados con formas de mariposas, jaguares, cocodrilos, flores y hasta un mapa de piedra del lago de Xochimilco.
Santa Cruz Acalpixca también alberga el Museo Arqueológico de Xochimilco y en los alrededores del mercado y de la iglesia puedes encontrar una gran variedad de dulces típicos de los pueblos del sur de la ciudad.
