En el marco del 426 aniversario de su fundación, Monterrey fue declarada como “Ciudad Heroica”, por el alcalde regiomontano, Luis Donaldo Colosio.
En sesión de cabildo y después de que la Asociación Nacional de Cronistas de Comunidades y Ciudades Mexicanas avalara la capital por ser el lugar de salvaguarda de la soberanía nacional durante la batalla de 1846, se dio este nombramiento.
De esta manera, se realizará una placa conmemorativa, una ceremonia protocolaria para su develación y el nombre de Monterrey figurará en el registro nacional de Ciudades Heroicas de México junto a otras 46 que conforman el Patrimonio Cultural.
El edil Colosio encabezó junto a integrantes del Ayuntamiento, representantes de los tres poderes y del Gobierno estatal una Guardia de Honor en el Obelisco de la ciudad, colocando una ofrenda floral y leyendo la carta de la fundación por parte del cronista Leopoldo Espinosa Benavides.
También entregaron tres medallas al Mérito Diego de Montemayor al empresario Carlos Bremer Gutiérrez, la ciudadana Yolanda Santos de Hoyos y a la asociación civil Buscadoras de Nuevo León.
La Fundación de Monterrey
Cronistas afirman que la capital del estado de Nuevo León tiene una historia que remonta a la época prehispánica; estaba habitada por un grupo de etnias que al llegar los españoles les nombraron “rayados”, “borrados” o “pintados” porque solían decorar su cuerpo con pinturas de colores.
Se trataba de un grupo indígena seminómada y hay evidencia de que radicó en lo que hoy es la zona metropolitana de Monterrey; se dedicaban a la caza y pesca, pero las condiciones del clima los obligaban a emigrar.
Se dice que la ciudad de Monterrey fue fundada tres veces: la primera vez en 1577, por el sacerdote portugués Alberto del Canto, al establecer dos asentamientos que no progresaron.
Fue en 1582 cuando Luis Carvajal y de la Cueva colonizó la ciudad como San Luis Rey de Francia. Pero fue hasta 1596 cuando Don Diego de Montemayor fundó la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey.
Fueron 34 pobladores los que arribaron, trabajando en el cultivo de la tierra, la cría de ganado y la minería.
En 1612 se desató un temporal de lluvia que arrasó con los pocos jacales y pertenencias de los habitantes de la ciudad, quienes se trasladaron a lo que hoy es Zaragoza.
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