Comunidades afromexicanas rurales del país resienten los efectos de la sequía, que afecta sus cultivos, los cuales son de subsistencia y de temporal, además de obligarlos, en algunos casos, a comprar pipas para satisfacer las necesidades diarias de agua.
Más de dos millones y medio de personas se reconocen como afrodescendientes, lo que equivale a 2 por ciento del total de la población mexicana, y están asentadas principalmente en la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, además de Edomex y Veracruz.
La costa es una zona ganadera y agrícola, y en “los últimos años ha habido falta de lluvia. Eso hace que no se den ni el maíz, ni el ajonjolí que es lo que mayoritariamente se siembra”, sobre todo para subsistencia, señaló Beatriz Amaro, integrante de la colectiva
de Mujeres Afromexicanas en Movimiento, Muafro.
Además, con la ganadería, se presenta un problema de deforestación, explicó, pues se derriban árboles para hacer grandes extensiones de pasto, “lo que ha representado un problema a últimas fechas debido a la quema de pastizales”.
Al estar en una llanada los municipios afromexicanos, el intenso calor seca el pasto, y prácticas tradicionales como el roza, tumba y quema terminan por afectar muchas hectáreas, detalló la también integrante de la Red de Mujeres Afrolatinas Afrocaribeñas y de la Diáspora, capítulo México.
“Es muy doloroso ver cómo estás grandes extensiones de terreno se queman, sobre todo en lo que es la microrregión de la llanada, que abarca municipios mayoritariamente afros, como San Juan Bautista Lo de Soto, Santiago Llano Grande, Santa María Cortijos, San José Estancia Grande y Pinotepa Nacional, Santiago Tapextla y Santo Domingo Armenta, en la zona de Oaxaca, así como Cuajinicuilapa y Juchitán y Marquelia, en Guerrero.
Esto provoca que se pierdan los árboles frutales”, puntualizó. Sumado a ello, el abasto para el consumo es insuficiente. Datos de la organización indican que en localidades con más de 70 por ciento de población afrodescendiente sólo 13 por ciento tiene agua entubada.
El líquido que se recibe proviene de ríos, “pero es agua que sirve para lavar y sirve para hacer muchas cosas, pero no es potable”, precisó.
En sitios como Pinotepa Nacional, no hay suficiente agua para los 56 mil habitantes, por lo que compran pipas. “El río que los surte, el Río de la Arena ha disminuido su afluencia, entonces no alcanza a distribuir el agua necesaria”, agregó.
Beatriz Amaro consideró necesario tener una visión ambientalista, para atender el problema, sobre todo para que rescaten los mantos acuíferos y se inhiba el uso de pesticidas y agroquímicos que dañan la tierra.
“En los últimos años, se han visto a los ríos más secos, más sucios, porque en algunos municipios descargan aguas residuales. Todo eso afecta. No podemos dejar la sequía como un hecho climático, donde hay poca lluvia, sino también cómo afecta todo lo que hacemos en este ecosistema: usar agroquímicos, deforestar y cómo debe haber, desde mi punto de vista, una estrategia que tenga un amplio panorama de cómo se está aprovechando la tierra y cuáles son los factores del cambio climático, y cuáles son los
factores que hace el hombre”, puntualizó.
POR ANTONIO BAUTISTA
MAAZ