Quisieron acabar con su vida con ácido hace 30 meses. Los cinco hombres que conspiraron para perpetrar el feminicidio cambiaron el mundo donde estaba parada. Pero ahora, María Elena Ríos Ortiz se siente libre de nuevo.
En el transcurso de más de dos años de dolor, ha ido sanando poco a poco, en familia, con sus padres, sus hermanos, sus amigos. El tiempo para llorar terminó: ahora es el tiempo para exigir justicia, sostiene la mujer de sangre mixteca que alza su voz, sólida, firme, desafiante, por ella y todas las que como ella han sido víctimas del machismo en su expresión más despreciable, en Oaxaca y el país.
“Sí, me sigue doliendo mucho. No me voy a poner a llorar, porque llega un punto en que las lágrimas se acaban y tampoco hay tiempo para llorar”, afirma María Elena.
“El tiempo que hay disponible es para pedir justicia, para moverse, para escuchar, para conocer, sobre todo, para escuchar a más mujeres que están pasando por esta situación de violencia”, añade.
Era ineludible volverse activista; la época lo exige. “Al momento de que a alguna mujer la agreden y comenzamos a pedir justicia creo que es inevitable volverse activista”, expone.
“En la actualidad eso es lo que hago, lo único que sé hacer. Ese es mi trabajo, pedir justicia. Yo ya no puedo ejercer las actividades que hacía, por seguridad, porque la familia de mi agresor me vigila”, menciona.
Puntualiza que ella no sufrió un ataque con ácido: fue un intento de feminicidio porque los que cometen estos actos, “la primera intención que tienen es vulnerar tu vida, mediante mucho dolor también, si es que quedas viva”.
Sigue sin salir mucho, pues sus agresores mantienen sus amenazas; tratan de intimidarla a ella y a los suyos. Sin embargo, otra vez siente ese aliento de libertad que emerge de ella en las notas de su amado saxofón, el cual volvió tocar en público el pasado fin de semana con la banda de Mujeres del Viento Florido de la Sierra Mixe, y con ello, recuperó uno de los sueños que quisieron arrebatarle: la música.
Sabe que nada va a ser igual, poco a poco se ha hecho a la idea, “pero creo que es momento de que comience a recuperar mi vida, comience a recoger los pedazos que quedaron de mí y comenzar a reconstruirme. Volver a tocar es lo que me hace feliz y libre”.
Para ella es un gran logro volver a los escenarios. “Eso es María Elena: libertad, es igualdad, es felicidad. Yo era una mujer feliz y no lo he sido, no lo he pasado muy bien junto con mi familia estos dos años, pero volver a tocar para mí es lo mejor que me puede pasar”.
María Elena está enfocada en seguir recuperándose física y emocionalmente; en retomar sus estudios y en tocar.
Pero lo que más le interesa buscar a la joven saxofonista es la justicia ante las instituciones para “encarcelar a estos feminicidas que deben ser castigados con todo el peso de la ley”, por el intento de quitarle la vida.
“Creo que, por algo, una queda viva y esto debe de ser también una oportunidad, no solamente para el cambio personal, para el cambio evidentemente emocional, sino para las expectativas de vida que no sólo tienen que ser personales, sino sociales”, resalta la también comunicóloga.
CAR