En la última semana, cuatro obispos eméritos murieron por complicaciones asociadas al virus del COVID-19, sumando siete jerarcas católicos que han fallecido a causa de la enfermedad que, además, ya ha infectado a 40 obispos, arzobispos y cardenales del país; el Centro Católico Multimedial (CCM) calificó el hecho como “un duro golpe” a la Iglesia.
“Lamentablemente, la Iglesia católica de México ha resentido este impacto. Millones de católicos han padecido la enfermedad o han muerto. Desconocemos sus nombres e historias de vida, su lucha particular y los anhelos frustrados o que jamás se habrán de consumar debido a la prematura muerte en esta pandemia. Este golpe llegó hasta los pastores y ministros”, destaca el CCM en su editorial de este domingo.
Los líderes católicos fallecidos recientemente son el obispo emérito de Ecatepec, Onésimo Cepeda Silva, considerado como uno de los más polémicos de la jerarquía católica por sus declaraciones y cercanía con el políticos mexicanos, quien murió el pasado 3 de febrero; un día antes, falleció Josefino Hermenegildo Ramírez Sánchez, obispo emérito de la Prelatura de Huautla de Jiménez, Oaxaca.
El pasado 3 de febrero también murió el obispo emérito de Saltillo, Francisco Raúl Villalobos García, por un posible paro respiratorio asociado al coronavirus. Finalmente, el 2 de febrero se registró la muerte de Antonio Ortega Franco, auxiliar de la arquidiócesis de México.
Las recientes muertes de jerarcas católicos se suman a las del último corte que hizo el CCM, el 14 de enero, con 264 sacerdotes, 13 diáconos permanentes y 10 religiosas al perder la lucha contra el virus.
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