CHIAPAS

Balseros hacen suya la frontera en Chiapas

Cobran cruces ilícitos de mercancías y personas a través del suchiate por puntos ciegos, incluso a “mulas humanas”

NACIONAL

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PUERTA LEGAL. Las “mulas humanas” pagan una tarifa semanal para cruzar de uno a otro país. Foto: José TorresCréditos: Foto: José Torres

–¿De a cómo la pasada, pues, compa?

–De a 10 quetzales. 

–¿Está muy caro, no?

–Pues sí, pero allá arriba (aduana) está más cabrón. Échale lo que traigas.

Esta es la “negociación” entre un sujeto que controla salida y entrada de personas con un portón improvisado en un camino de extravío (que son puntos ciegos en rutas regulares), localizado a unos cuantos metros de la garita migratoria y aduanal que da acceso a México, en la línea fronteriza con Guatemala.

Talismán, la comunidad que alberga unos dos mil habitantes, vive desde hace décadas de la actividad ilícita del paso de mercancías y personas que burlan, aparentemente ante los ojos ciegos de las autoridades, todo tipo de inspección.

Ni la pandemia ha podido detener la corrupción en esta región de Chiapas, que ve de frente al río Suchiate como división natural con Centroamérica.

Los balseros del río internacional se han apoderado de los puntos de extravío por donde a diario pasan cientos de personas, según han relatado ellos mismos. 

Para cruzar por el paso ilegal, hay que desembolsar hasta 75 pesos por persona por tres filtros que se pasan: uno, al momento de acceder a un pasillo que conduce a las balsas; otro, al momento de abordar las balsas y el último, para que los sujetos abran el portón y se pueda llegar a México.

Pero no sólo se han hecho de tierras federales para sus prácticas ilícitas, también han pavimentado lo que antes era un barranco y ahora está convertido en una callejuela por la que trasladan hacia las terminales de transporte a los que han abordado allí triciclos para evitar subir la pendiente.

El cobro de pase a México es imposible no verlo. Se trata de una práctica indebida. Peor aún: concede más poder a los trabajadores del lugar al “privatizar” esta zona que debería de ser un área natural, sin el cacicazgo de algunos.

-¿Qué pasa si no pago? 

–Pues, no pasas por aquí, mano. Hay que ir a dar la vuelta a la garita –señala uno de los hombres coludido en esta labor, que maneja un triciclo ecológico.

Sin embargo, ante la imposibilidad de muchos guatemaltecos “sin papeles”, no hay más alternativa que soltar unos quetzales y hacerse de su pase de salida de estas catacumbas situadas debajo del puente de concreto.

LAS MULAS HUMANAS 

Frutas, verduras, cárnicos y hasta refacciones de vehículos pasan todos los días en las espaldas de las “mulas humanas” por el río Suchiate.

Se trata de hombres dedicados al trasiego de mercancías en costales, que evitan los filtros fitosanitarios y aduanales en plena pandemia de la COVID-19.

A ellos se les ha dado una tarifa preferencial para cruzar, la cual tienen que dar cada semana o al finalizar el día, con tal de transitar con estos productos de un país a otro.

Las “mulas” cobran hasta 50 pesos por trasladar de un lado a otro, en un aproximado de 700 metros, las mercancías que vendedores ofrecen en mercados de la región sur de Chiapas.

“Ya nos subieron la tarifa, porque ellos tienen que sacar la cuenta suya y para pagar el pase por el cruce. Como son bastantes, pues ya todos se organizaron y cruzan con nuestras cositas, pero hay que darles más, a veces hasta 80 pesos”, señala una de las mujeres que se ha internado al sur de Chiapas por este “punto ciego”.

La mayoría de los productos que son transportados por este río de aguas caudalosas, no cumple con normas sanitarias, tampoco quienes cruzan por este punto donde el virus tiene entrada libre a México.

Al final, tricicleros, balseros y estos cargadores están inmiscuidos en dicha red de tráfico de mercancías y personas, al margen del Instituto Nacional de Migración (INM), la Guardia Nacional y las autoridades federales mexicanas. 

PASO LIBRE AL VIRUS 

Guatemala concentra la mayor incidencia de casos de contagio por la COVID-19 en sus departamentos y municipios aledaños con México. Los balseros ponen freno a las personas que no cumplen con la cuota, pero ni ellos, ni la autoridad de salud o migratoria detienen este flujo irregular de centroamericanos, de los cuales nadie tiene idea si cruzan con algún síntoma o contagio.

Según el Ministerio de Salud de Guatemala, hasta el cierre del primer semestre de 2021, un total de 264 municipios estaban en alerta roja por el número elevado de contagios, la mayoría situados en San Marcos, limítrofe con Chiapas.

La escalada de casos positivos pasó de 10 mil 762 en mayo a 13 mil 71 en junio, incremento preocupante ya que en un periodo de 30 días las autoridades de salud confirmaron casi cuatro mil casos más sólo en este departamento.

Mientras que de los municipios en alerta roja, los cuatro primeros sitios a nivel departamental han sido ocupados desde entonces por San Pedro, con dos mil 978 casos; San Marcos, con dos mil 665; Malacatán, con mil 64; y Tecún Umán, con 362 positivos.

Para finales de julio, la situación ha recrudecido en estos cuatro puntos situados a escasos kilómetros de la frontera con México, los cuales crean un puente de constante flujo comercial y migratorio con municipios de Chiapas, como Tapachula, Tuxtla Chico y Suchiate.

Estos flujos conectan por los dos puertos internacionales, Talismán y Ciudad Hidalgo, donde algunos pasan por la frontera legal y realizan sus trámites ante el INM y Aduanas, pero no existen filtros sanitarios que determinen el ingreso de un posible ciudadanos contagiado. Tampoco por la frontera ilegal, donde los balseros operan a toda hora del día y controlan el paso de personas, hay alguna manera de determinar que están arribando al país casos positivos de la COVID-19. El virus tiene paso libre en la frontera sur, sin pagar nada, ni tramitar formas migratorias.

El trasiego de mercancías y tránsito de personas es el pan de cada día en esta línea fronteriza. Mientras decenas de elementos de la Guardia Nacional custodian la rivera del Río Suchiate ,en el paso Tecún Umán-Ciudad Hidalgo, en Talismán, la otra puerta de entrada al país, impera la ley del más poderoso: el gremio de balseros. 

El Heraldo de México preguntó a la oficina de Comunicación Social del INM si conocían sobre la presencia de estos sujetos que controlan el paso de personas y cobran cuotas por dejarlos ingresar al país, pero, hasta el cierre de esta edición, no hubo una respuesta. 

También se preguntó por qué en este punto de introducción al país no hay despliegue de agentes migratorios y refuerzo de la Guardia Nacional, sin que que se diera una postura.

Mientras tanto, las “mulas humanas”, balseros y tricicleros siguen edificando un monopolio a la vista de todos, sin temor a nadie y, al parecer, con el desinterés de las autoridades mexicanas.

PAL