En la última semana se formaron dos socavones en la Ciudad de México, uno en el Centro Histórico y otro en el sur. Sin embargo, estas oquedades en la Ciudad de México se forman por motivos ajenos a la naturaleza.
La lluvia reblandece el pavimento pero no provoca su rompimiento, explican los expertos. El riesgo de que se formen estas oquedades en la capital del país es permanente y seguirá aumentando mientras se sigan sobreexplotando los mantos acuíferos, independientemente de la magnitud de las lluvias, advierten.
Solo un 2 o 3% de los socavones, grietas y deslaves generados en la Ciudad tienen una causa natural, el resto ha sido provocado por la irresponsabilidad o negligencia humanas, estima Víctor Hugo Hofmann, perito en Desarrollo Urbano por el gobierno de la CDMX.
“No es porque sea temporada de lluvias, sino porque se extrae mucha agua del subsuelo y los mantos freáticos quedan vacíos, a manera de una caverna. Cuando el techo de esa caverna se rompe, se genera el socavón”, puntualiza el urbanista.
Más del 60 por ciento del agua que se utiliza en la Ciudad de México se extrae de los mantos acuíferos (el doble de lo que se recarga de manera natural), lo que también ocasiona otras fallas que suelen terminar en desastres, como el hundimiento del suelo, la fractura de tuberías e incontables fugas de agua potable, advirtió Cecilia Lartigue, coordinadora del Programa de Manejo, Uso y Reuso del Agua de la UNAM.
“La Ciudad de México y su área conurbada dependen fundamentalmente para abastecimiento de agua potable del suministro del acuífero”, ha admitido la Comisión Nacional del Agua.
El mismo alcalde de la Ciudad de México, Miguel Mancera, admite que seguirán formándose socavones en la capital, y atribuye esta vulnerabilidad a la falta de inversión en materia hidráulica. "Son imprevistos pero tenemos que estar muy atentos. Todas nuestras brigadas, todas nuestras cámaras, los propios comentarios de los vecinos y sobre todo la respuesta", dijo el funcionario tras la formación del hoyo en el Eje 8 Sur.
[caption id="attachment_94618" align="alignnone" width="1024"] FOTO: Yadira García[/caption]
El nivel freático del agua subterránea es una superficie de contacto entre la tierra y el aire del subsuelo. Al bajar el nivel del agua por la explotación constante del acuífero, queda un espacio de aire que no podrá resistir el peso de la tierra y las construcciones de la metrópoli, explica Sergio Rodríguez, investigador del Instituto de Geología (IGL).
Es la actividad humana la que explota los mantos freáticos de manera irresponsable, generando todos estos problemas, reitera el arquitecto Hofmann. Explica que el pavimento sí puede reblandecerse con las intensas lluvias del verano, pero en varias avenidas el suelo ya es de concreto -mucho más resistente- e incluso donde todavía hay pavimento, puede resistir el peso de vehículos y construcciones siempre que el subsuelo no esté hueco. De lo contrario, se vuelve frágil y se rompe con el exceso de agua.
No obstante, el experto asegura que este problema es responsabilidad de toda la sociedad, no sólo los gobiernos o dependencias específicas; ya que la población es quien desperdicia el agua sin reparar en los procesos necesarios para extraerla del suelo. “En la Ciudad de México no logramos hacer conciencia de que el agua se está acabando, pero también que el proceso en que se acaba, genera socavones”, puntualizó.
Es por ello que toda la capital tiene riesgos de la formación de un nuevo socavón, como los surgidos en el Eje 8 Sur Popocatépetl (delegación Benito Juárez) y días antes en Paseo de la Reforma centro.
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Sin embargo, algunas zonas son más vulnerables que otras, en parte por su propia naturaleza y otras por tratarse de suelos que no han sido monitoreados desde hace décadas, como las avenidas que fueron construidas en los años 80. Así, una calle en la que se pone carpeta asfáltica basándose en un estudio de mecánica de suelo, que en su momento fue correcto, con el paso de los años y el peso de los vehículos se va hundiendo y corre el riesgo de quebrarse.
“Una cosa fundamental son los estudios de mecánica de suelos, precisamente para evitar estos accidentes, pero a veces es muy difícil monitorear el subsuelo de todas las calles, por el constante paso de los vehículos”, indica el Perito Hofmann.
“La consistencia del suelo y su resistencia han disminuido con los años, eso no se puede monitorear para saber exactamente dónde va a surgir otro socavón”, agregó.
La zona naturalmente más vulnerable es la Centro, conocida como Zona III o Zona
[caption id="attachment_94570" align="alignright" width="243"] (CIRES)[/caption]
de Lago en los reglamentos de Protección Civil y de Construcción de la Ciudad de México. Esta zona abarca las delegaciones Cuauhtémoc, Iztapalapa, Iztacalco, Venustiano Carranza, Tláhuac y algunas partes de otras como Coyoacán y Xochimilco.
“Las zonas que no están sujetas a un estudio de mecánica de suelos, son más vulnerables a socavones. Sobre un eje vial, una plaza pública donde pasan personas o coches es muy difícil monitorear. Los ejes se hicieron en los 80, ya pasaron tres décadas y media; si no vas a construir un eje vial no tienes motivo para hacer un estudio, y si en su momento salieron bien, se quedan con eso, pero el suelo va cambiando en 30 años”, refiere el experto.
Hofmann reitera, sin embargo, que la sobreexplotación de los mantos acuíferos es una responsabilidad colectiva, “somos todos, porque no le damos la importancia que se merece”.