Cuando se emitió el decreto de 1994 para convertir Yum Balam en reserva ecológica, se ordenó la creación de un Plan de Manejo, con un plazo de 365 días naturales.
Hoy, 23 años después, la falta de un programa rector en Yum Balam que permita el desarrollo sustentable y el uso racional de los recursos –como lo establece el documento publicado en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari– frena el crecimiento turístico y económico de la zona.
Desde esa época, sólo dos asentamientos humanos estaban reconocidos: Chiquilá y Holbox, dos ejidos en los que viven unos cinco mil habitantes en la actualidad y que ocupan menos de cinco por ciento de las 154 mil hectáreas de la reserva.
Ante ello, se estableció el Consejo Asesor del Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam, órgano que debate lo relacionado con el aprovechamiento de la reserva, que representa una alternativa turística, pero que está estancada, pues el grupo –integrado por autoridades, empresarios, ejidatarios, pescadores y hoteleros– no ha llegado a un acuerdo para su manejo sustentable.
Holbox, del paraíso al infierno
La falta de planeación y de políticas públicas en Yum Balam se refleja en la disputa entre los ejidatarios, los comuneros, los ambientalistas y los empresarios, pues unos pretenden que el turismo se centre en la “Isla Chica”, como nombran la parte habitada de Holbox, y otros –principalmente de la iniciativa privada– buscan construir nuevos desarrollos, muchos de ellos en el continente.![](https://heraldodemexico.com.mx/wp-content/uploads/2017/08/holbox.png)