Chrystul Kizer, una joven afroestadounidense acusada de matar a los 17 años a tiros a Randall Volar III, de 34 años de edad, el hombre que la explotaba, fue condenada a 11 años de prisión en Estados, un caso que ha generado controversia.
La joven, ahora de 24 años, luego de una larga batalla legal, en la que organismos defensores de la mujer y la comunidad negra intervinieron para evitar un cargo de cadena perpetua. Este lunes, el juez David P. Wilk, del condado de Kenosha, en Wisconsin, la condenó a los 11 años de cárcel más cinco años adicionales de libertad supervisada.
El fallo puso fin a seis años de una lucha de Kizer por demostrar que actuó para salvarse a través de una figura legal llamada “defensa afirmativa”, que ampara en varios estados de Estados Unidos a mujeres víctimas de tráfico sexual.
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¿Cómo fue el asesinato cometido por Kizer?
Kizer tenía 16 años cuando conoció a Volar III, quien le doblaba la edad, en una parada de autobús. Él se ofreció a llevarla a casa y le pidió su número de teléfono, tras lo cual comenzaron una relación en la que durante casi dos años, Volar abusó sexualmente de Kizer y, sin que ella lo supiera, grabó los encuentros. El sujeto ya era sospechoso por realizar las mismas acciones con otras mujeres, algo que Kizer no sabía.
La relación pasó del consentimiento a los abusos sexuales y una noche, cuando Volar intentó tocarla, Kizer sacó un arma y le disparó en la cabeza. Prendió fuego a su casa y huyó en su automóvil BMW. En una transmisión de Facebook Live narró lo ocurrido antes de ser detenida y acusada de asesinato, incendio premeditado y robo de vehículo.
Defensa se ampara en "defensa afirmativa"
El fiscal Michael Gravely dijo que Kizer llevó a cabo un asesinato premeditado con el fin de robar el automóvil. Su defensa alegó que la joven actuó en defensa propia después de que Volar la inmovilizara para intentar violarla. El caso llegó hasta la Corte Suprema, que señaló que el caso de “defensa afirmativa” podría ampararla por el homicidio, si se demostraba.
La defensa entonces se centró en mostrar evidencias de que sus acciones fueron resultado directo de la violencia que sufrió. En mayo de este año, la joven llegó a un acuerdo con la fiscalía para declararse culpable de un cargo reducido de homicidio en segundo grado.
Ante esto, el juez Dilk dictaminó que debía pasar 11 años en la cárcel, menos los 570 días que ya estuvo detenida, y después debe pasar cinco años bajo liberad condicional.