Además de ser agente de ventas, “Vanesa” trabajaba como conserje para una compañía que alquila villas de lujo para turistas que están dispuestos a pagar hasta 10 millones de pesos por noche en Playa del Carmen. Su labor era asegurarse que todos los clientes se sintieran a gusto y que no les faltara absolutamente nada. Durante tres meses trabajó en el lugar, tiempo donde conoció a “Micha”, un hombre de 1.80 metros que vestía con ropas y accesorios lujosos -un aparente narcotraficante confeso-.
Micha era de Manitoba, Canadá, y durante su estadía en México estaba cerca de cumplir 30 años de edad en 2014. Aquel joven llegó a Playa del Carmen en compañía de su amigo “Tim”. En el primer contacto que Vanesa tuvo con ambos, Micha sacó una bolsa de sus pantalones con 75 pastillas de éxtasis y ácidos, lo que dejó en shock a la mujer por las ganas de consumir un poco de los estupefacientes.
Ya en confianza, Vanesa preguntó de todos modos a que se dedicaba Micha y Tim para vivir. Mientras sacaba tres celulares, Micha respondió cuando los revisaba que trabajaba en la construcción. Esa noche, los dos hombres esperaban compañía, algunas mujeres colombianas llamadas Lorena y Mari que parecían sacadas de un video de reggaeton con cuerpos torneados rostros “tuneados”, dijo Vanesa citada por Vice.
Los exceso en las salidas de fiestas narco
Un día después llegó otro amigo de Micha, Iván desde Cali, Colombia. Cuando desempacó su maleta sacó mucho más drogas con un grueso fajo de billetes de 100 dólares, los cuales le dijo a Vanesa que eran falsificaciones de grado A. Iván era la mano derecha de Micha y le servía como traductor para sus contactos latinos tanto de negocios como de mujeres.
Desde que se conocieron, Micha y Vanesa se llevaron muy bien porque era con la única mujer con la que podía hablar en inglés. Por varias noches, el hombre llevó a su grupo de amigos de fiesta en los mejores lugares top de Playa del Carmen donde siempre pedía botellas de champagne de Dom Pérignon.
“Nuestra rutina usualmente era algo así: llegábamos al club, pagábamos por una mesa y de inmediato, éramos tratados como la realeza. Los meseros nos traían Moët, pero a Micha no le gustaba, así que volvían con Dom Pérignon. ¿La cuenta? al menos 10 mil dólares, que siempre eran pagados en efectivo.
Noches movidas por el consumo desenfrenado de drogas, comida que ni en mis sueños más lejanos pensaría en comprar y mucho sexo entre Colombianas y canadienses. Fue el tipo de vacaciones hedonistas y decadentes que uno ve en las películas, y francamente disfruté todo de ellas”, confesó la mujer.
El fin de la relación con el narco
Aquellos días de excesos terminaron de cierta manera bien para Vanesa. Micha voló hacia Canadá y Vanesa a su natal Los Ángeles. “No estaba muy segura de qué era lo que hacía exactamente, pero me enteraría más adelante”. Pasaron algunos meses y además de siempre mantener contacto por mensajes de texto, finalmente Micha dijo que iría a Los Ángeles para invertir en la cadena de restaurantes El Pollo Loco.
Micha buscaba abrir una sucursal de comida rápida de pollo en Manitoba. A Vanesa le ofreció 150 dólares por día más sesiones de “compras” gratis y comidas si aceptaba ser su conductora y guia durante su estancia ahí. En ese entonces Vanesa estaba desempleada y aceptó sin dudarlo. Todo iba iban como de costumbre hasta que comenzaron a llegar mensajes de texto cargado de pánico y llamadas de Micha.
Algo malo le pasaba. “Cuando llegué (a verlo), Micha saltó de la nada y se metió al carro en la silla del copiloto. "No hables, solo maneja", me dijo, sin más explicaciones. Estiró el asiento hacia atrás hasta que ya no era visible desde afuera. Periódicamente miraba por encima de su hombro”.
Finalmente Micha confesó que el FBI y la DEA allanaron su departamento y le decomisaron 300 mil dólares en efectivo."Si quieres que maneje a dónde sea, me tienes que decir ahora sí de verdad a qué mierdas te dedicas", dijo Vanesa a Micha. “Dame tu teléfono” respondió, lo apagó y escondió.
"Trafico con éxtasis y heroína". "’Te mato si le dices algo a alguien’, me dijo sonriendo, pero yo sabía en mi corazón que la frase tenía mucho de cierta. Aún después de confirmar mis sospechas, seguía confiando ciegamente en él”, hasta que Vanesa le contó a su papá quien le dijo que debía eliminar todo rastro de su relación, por lo que le dijo que tenía que volver a México, nunca más volvieron a verse.
RM