Con el objetivo de colaborar en condiciones locales, sociales, culturales y climáticas del país, la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) facilita el envío de recursos humanos calificados en áreas prioritarias para naciones receptoras como México.
El Programa de Voluntarios Japoneses permite que profesionales, entre 20 y 69 años de edad, contribuyan en diversas especialidades y disciplinas como administración, turismo, educación, atención de la salud, agricultura, obras públicas, manufactura, entre otros; sobre todo, en programas de desarrollo de instituciones gubernamentales y organismos de la sociedad civil.
México ha recibido un total de 460 voluntarios en diversos sectores en todo el país desde el inicio del programa en 1993.
Cabe destacar que los voluntarios de JICA viven y trabajan a nivel de las localidades, hablando el mismo idioma de las comunidades y realizando actividades con énfasis en el fomento de la confianza para un cambio sostenible.
Reina Satou (fisioterapeuta) y Kosuke Oyama (biólogo marino), son parte de los voluntarios que llegaron en agosto pasado y tendrán una permanencia de dos años en nuestro país, ambos pasaron por una serie de pruebas basadas en habilidades de comunicación, técnicas, experiencia y conocimientos, así como buena salud.
Para Satou, quien labora en la Asociación Pro personas con Parálisis Cerebral (APAC), es una prioridad aprender cuál es el estilo de vida y forma de pensar de los mexicanos, ya que considera que son conocimientos que la encaminarán a aportar con mayor eficacia sus terapias de rehabilitación y con ello los pacientes puedan llevar una vida cotidiana lo mejor posible.
“En Japón las terapias son casi personalizadas y es importante tener en cuenta todos esos aspectos para que podamos personalizar las terapias a los pacientes”, agregó.
La fisioterapeuta, que tiene 10 años de experiencia en hospitales de Japón, indicó que el ambiente para hacer fisioterapia se dificulta más en México, debido a la falta de infraestructura en las calles, además de que es más complicado que los pacientes adquirieran dispositivos como sillas de ruedas y caminadoras.
Por su parte, Oyama, quien colabora en el Centro de Cultura Ambiental Chapultepec, explicó que uno de sus objetivos en CDMX es mejorar la calidad del lago menor en Chapultepec, así como concientizar a la población de que alimentar a los peces u otros animales del lago puede afectar al medio ambiente.
“Como soy biólogo marino y desafortunadamente en la Ciudad de México no hay mar (…) me gustaría ir viendo la posibilidad de mejorar la calidad del lago con las fuerzas naturales de humedal”, dijo.
El biólogo marino agregó que participar en el programa de JICA le dará la oportunidad de aportar conocimientos para que el mundo sea un poco mejor.
“Seleccioné México porque siento que tiene una cultura milenaria que me interesa mucho desde hace muchos años y también porque creo que la comida mexicana es afín a mi gusto”, finalizó.
Es importante resaltar que desde el primer envío a Laos en 1965, más de 54 mil voluntarios de JICA han trabajado conjuntamente con las comunidades locales en 98 países y regiones.
MEXICANOS, SUEÑAN EN GRANDE
A través del Programa de Cooperación para la Formación de Recursos Humanos en la Asociación Estratégica Global entre México-Japón, cinco mil 181 estudiantes de ambos países se han visto beneficiados.
El programa busca promover el entendimiento mutuo y la amistad entre las dos naciones mediante el envío de jóvenes de ambos países a estudiar en el extranjero, por lo que se ha convertido en una fuerza que apoya no sólo las relaciones bilaterales sino también el intercambio entre Japón y América Latina.
Yukiko Uscanga, Ernesto Moreno y Abisag Gómez son tres de los mexicanos que se beneficiaron este año con el programa, todos con diferentes ramas de estudio, coincidieron en que el intercambio en Japón superó sus expectativas, ya que lograron capacitarse y comprender la forma de trabajo de una manera sistemática, organizada y siempre pensando en la mejora continua.
“Aunque lleves muy altas las expectativas las va superar de todos modos, no hay nadie que se arrepienta de esta experiencia. Incluía los cursos de japonés en México y en Japón, (…) te rentan tu departamento, te hacen los trámites ante el gobierno (…) no te tienes que preocupar más que en ir a aprender, implementar tus estrategias, desarrollar tu proyecto y conocer”, destacó Moreno, emprendedor en artesanías textiles.
Por su parte, Uscanga, quien se desempeña como diseñadora de modas, resaltó que a México a diferencia de Japón le hace falta confiar y creer en la identidad y amor hacia el arte y el diseño, ya que “tenemos gran variedad de artesanías y mentes maestras impresionantes y sólo nos hace falta creérnosla, creo que eso sería lo más importante”.
Finalmente Gómez –ingeniera en energía sustentable–, consideró que a nuestro país le hace falta “el trabajo en equipo y la comunicación entre trabajadores y en este caso en industria, directivo o gerentes es importante, además hace falta en México seguir confiando en la parte de la mano de obra”.
En tanto, las alumnas Sakika Nakamura, estudiante en economía y Nao Murata, estudiante de la carrera español, se encuentran actualmente en México como parte del programa, su estancia de un año les dará a ambas la oportunidad de aprender el idioma español.
“Tengo dos razones (por las que elegí México), la primera es que me interesaba el sistema de educación, por ejemplo UNAM la ofrece casi gratis y hay muchas valiosas becas, entonces me interesaban esos programas de ayuda a estudiantes y la segunda razón, no tan relacionada a economía; me encanta la ciencia de tierra y me gustaría saber el sistema de los sismos y volcanes en México, y saber qué hace el gobierno o la gente para proteger sus ciudades”, resaltó Nakamura.
Al preguntarles sobre qué desearían llevarse de México a Japón, Murata dijo que “quiero llevar la cultura de apoyar a los extranjeros o estudiantes internacionales. Una cultura de México que se caracteriza por no discriminar a las personas, es una cultura muy bonita que me gustaría llevar”, concluyó.
MAAZ