En el 2019, Stephanie Browitt estaba en Nueva Zelanda realizando un crucero con sus padres y su hermana. El 9 de diciembre tenían contemplado realizar una excursión para visitar la isla en la que se encontraba el volcán White Island.
Sthephanie, su hermana y su padre realizaron la excursión, pues su madre prefirió quedarse en la embarcación. En total, 47 turistas exploraron el volcán.
De repente, comenzaron a ver humo negro saliendo del cráter y se empezaron a escuchar gritos de terror y gente corriendo con todas sus fuerzas para alejarse del lugar antes de ser alcanzados por los gases, rocas y ceniza. 22 de los turistas murieron, incluidos el padre –quien falleció un mes luego del incidente– y la hermana menor de Browitt –quien nunca logró salir de la isla y cuyo cuerpo fue encontrado días después–.
“Venía por detrás, se hacía más y más fuerte a medida que se acercaba y podía escuchar el ruido de todas las rocas golpeando el suelo y la gente gritando. Pensé que no sobreviviría, que iba a morir”, dijo Stephanie en el programa “60 minutos”, emitido el domingo por la televisión australiana 9Now.
Browitt, que ahora tiene 26 años, fue trasladada en avión a un hospital y pasó dos semanas en coma luchando por su vida después de sufrir quemaduras de tercer grado en la mayor parte de su cuerpo.
Desde el desastre, Browitt se ha visto obligada a someterse a una serie de cirugías de injerto de piel, dejándola con vendajes que cubren gran parte de su cuerpo, pues el desastre natural la dejó con quemaduras en el 70% de éste.
La máscara de compresión facial fue el vendaje final que se quitó, y la valiente australiana decidió quitarse el vendaje ante la cámara, durante pleno programa en vivo.
"Ha sido un largo tiempo. Se sintió como una eternidad y como si este día nunca llegaría”, dijo Browitt mientras mostraba su rostro por primera vez.
Después de la entrevista, Browitt usó Instagram para compartir varias selfies, con miles de seguidores asombrados tanto por su valentía como por su notable y afortunada recuperación.
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